La seguridad ciudadana es asunto serio
Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 22 mayo, 2017
La seguridad ciudadana es asunto serio
No hay razón más importante para la existencia del Estado que dar protección a los ciudadanos frente a la criminalidad. Claro que como existen maldad, locura, pecado no es posible garantizar en un 100% la seguridad ciudadana. Pero, cuando el incumplimiento de las normas básicas de convivencia se incrementa tan aceleradamente como desdichadamente ha ocurrido en nuestro país, es imprescindible recurrir a todos los medios lícitos para ponerle coto.
Esto es aún más urgente cuando el aumento en la violencia delictiva proviene de redes internacionales que cuentan con inmensos recursos financieros, con muy avanzados medios tecnológicos y son despiadadas frente al dolor que generan.
Aunque Costa Rica no ha alcanzado el nivel brutal de delincuencia de los países del Triángulo Norte de América Central o de Venezuela, es lo cierto que los niveles de criminalidad que sufrimos son ya del orden que la Organización Mundial de la Salud cataloga como epidemia.
Durante la década de los años 80 del siglo pasado la tasa de homicidios dolosos por 100 mil habitantes se mantuvo entre 3,5 y 4,4 terminando en 1989 en 3,9. Esa era una tasa baja similar a las de Europa, Asia y Oceanía. Pero ya en la última década de ese siglo se pasa de 4,6 en 1990 a 6,4 en 1999. Ese último año se revirtió la tendencia e inicia un leve descenso de los homicidios para llegar a 6,3 en 2002.
En ese momento, aún estábamos en un nivel cercano al promedio mundial de incidencia de homicidios, pero ya para 2008, solo seis años después, la situación había cambiado tan drásticamente que nos hallábamos con 11,6 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes. ¡Esta tasa creció más de un 84% en solo seis años!
Esa tasa subió hasta 12,4 en 2010, pero cayó en 2011, 2012 y 2013 para situarse en ese último año en 8,7. Desdichadamente luego ha vuelto a ascender en 2014 a 10, en 2015 a 11,4 y en 2016 a 11,8 con el mayor número de asesinatos en nuestra historia en ese año pasado.
Ahora el tema de la inseguridad se ha agigantado con el horrendo caso —producto del crimen organizado— donde en un centro educativo resultó herido de bala un niño, y fue asesinado un extranjero, que tenía antecedentes delictivos anteriores a su ingreso al país, y con denuncias por acciones criminales en nuestro territorio.
Nada o muy poco ganaremos si esta justificada conmoción no pasa de notas y denuncias en la prensa, de promesas y buenas intenciones de gobernantes y aspirantes a la presidencia. Cierto que se necesita “voluntad política”, pero ella sola es totalmente insuficiente. Ni siquiera es solo cuestión de recursos económicos. En este como en muchos casos, de buenas intenciones está empedrado el camino de los infiernos, y no solo porque no se cumplen, sino en muchísimos casos por no aplicar conocimientos disponibles.
En el siglo XXI no se trata de nombrar al mejor y más honesto sheriff para que nos cuide.
Hay personas en Costa Rica con conocimientos de seguridad, y países como Colombia, Chile, España y Estados Unidos nos han dado y nos pueden dar asistencia técnica.
Necesitamos usar los mejores conocimientos para desarrollar un plan para la policía preventiva frente al crimen organizado, y frente a la delincuencia común que desgraciadamente ha aprendido a ser violenta.
Necesitamos usar medios que la tecnología ha desarrollado para vigilar calles y lugares públicos de reunión.
Necesitamos aplicar, con la colaboración internacional, medidas migratorias que impidan el ingreso al país de extranjeros con antecedentes criminales, o sobre los que pendan en otros países investigaciones por posibles delitos.
Necesitamos que los cuerpos de investigación y el Ministerio Público den prioridad y atiendan oportunamente las denuncias que pueden desembocar en asesinatos o lesiones a personas inocentes.
Necesitamos aprobar el proyecto de ley del diputado Mario Redondo que goza de la aprobación de magistrados penales y del Fiscal General, para fijar plazos que se cumplan a las investigaciones y los procesos penales.
El crimen organizado tiene los recursos y el conocimiento para infiltrar los cuerpos policiales y judiciales. La tarea de vigilancia interna debe ser conducida permanentemente y de manera muy profesional, pues esa es la peor situación en la que podemos vernos envueltos.
Es indispensable que los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial así como los partidos políticos, dediquen los mejores esfuerzos y busquen la mejor ayuda profesional para contar con estrategias adecuadas que nos permitan volver a disminuir la criminalidad. Es un esfuerzo nacional que demanda la contribución seria de todos
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