La caída de los dioses
Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 08 junio, 2015
La caída de los dioses
Antes del reinado del suizo Joseph Blatter otro monarca llevó la corona de la FIFA durante 24 años: el brasileño Joao Havelange.
Havelange participó en las Olimpiadas de Berlín en 1936 con el equipo de natación de su país y en las de Helsinki en 1952 como jugador de waterpolo. Después se dedicó al comercio de armas.
Como presidente de la FIFA desde 1974, el dirigente deportivo cambió para siempre las reglas del juego, convirtiendo el fútbol en un lucrativo negocio de ingresos legales y aparentemente también ilegales.
Para empezar, se une al alemán Horst Dassler, hijo de Adi Dassler, el fundador de Adidas, y a Patrick Nally, empresario británico. Conocidos como los padres del marketing deportivo, estos dos europeos crearon “El Club”: un exclusivo grupo de poderosos inversionistas que controlaban el fútbol internacional.
Hasta entonces, los ingresos de la FIFA provenían de las entradas a los mundiales: el trío Havelange, Dassler y Nally inventaron la publicidad dentro y fuera de la cancha, en los uniformes y en las transmisiones de televisión.
Consiguieron el patrocinio de grandes empresas como la Coca Cola, Kodak, Visa y la Adidas francesa propiedad de Horst, que competía con la Adidas alemana de su padre y con la compañía Puma, de su tío. Gracias al monopolio publicitario, el joven Dassler obtuvo contratos de ropa y artículos deportivos de la mayoría de las selecciones del mundo. Además, fue el mentor de Joseph Blatter ante Havelange.
Blatter ingresó a los programas de desarrollo de la FIFA en 1975, por lo tanto, acompañó a su maestro brasileño desde los inicios. Aumentaron los ingresos gracias a una gran variedad de lucrativos campeonatos de fútbol: los juveniles, el femenino, la Copa América, el de clubes, el de confederaciones, la Eurocopa.
Sepp iba escalando posiciones dentro de la FIFA, siempre cerca de Havelange. Y así llegó a secretario general en el 81, a director ejecutivo en 1990, reemplazando al brasilero en 1998.
Con presiones y dádivas (supuestamente Videla le regaló una estancia a Havelange) se le concedió al gobierno militar argentino la organización del Mundial de 1978, de triste memoria. Si 16 fueron entonces los países participantes, cuatro años después, en España, 24 disputaron la copa. Eso garantizó los votos de África y Asia para la reelección al dirigente brasilero.
Blatter armó la estrategia para incluir países de alto poder adquisitivo en los que el fútbol no era popular: así le concedieron a Estados Unidos el Mundial de 1994 y a Japón y Corea del Sur en 2002.
Muchos han sido los rumores y algunas las denuncias sobre corrupción en la FIFA. En 2013 el comité de ética de la institución solicitó la renuncia del nonagenario Havelange como presidente honorario, supuestamente luego de comprobar que había recibido sobornos por parte de la empresa International Sports and Leisure encargada de la publicidad y el mercadeo de la Copa Mundial.
Blatter y Havelange son retratados como héroes en la película “Pasiones unidas”. Espero ansiosa la serie que cuente las verdades de la FIFA: hay material de sobra.
Claudia Barrionuevo
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