La Costa Rica que perdimos
Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 20 octubre, 2011
De cal y de arena
La Costa Rica que perdimos
El país se nos despeña. La Costa Rica de la democracia envidiada y envidiable; la de los altos niveles de alfabetización forjados sobre la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza; la de las conquistas sociales que a partir de la Reforma Social marcaron un proceso de progreso material con justicia luego catapultadas por las reformas económicas de 1948/1949; la que arrebató a los agiotistas las funciones de emitir y prestar dinero; la que abolió el ejército como institución permanente; la de los buenos índices de mortalidad infantil y esperanza de vida; la que en los 60 se ubicaba dentro de los tres primeros países latinoamericanos con la mejor red vial… esa es la Costa Rica que se nos va de las manos.
Hoy ha entrado en un proceso de involución a riesgo de “centroamericanizar” sus rubros sociales. Es la Costa Rica depauperada por tantos errores y omisiones acumulados por distintos gobiernos de diversas banderas en un proceso del que han escapado únicamente los privilegiados por la riqueza, insensibles muchos a los bolsones de miseria, de pobreza y de exclusión donde se profundizan la inequidad en el acceso a las oportunidades, los índices de delincuencia y los resentimientos sociales. Con un indeseado participante de última hora el narcotráfico poderoso e inescrupuloso que sabe sacar partido de un Estado inerme y de la galopante corrupción en la sociedad. Esto no va a seguir así hasta las calendas griegas. En algún momento el país va a tocar fondo. Presumo que el próximo gobierno tendrá que enfrentarse a la explosión.
El ciudadano medio se siente expoliado, harto de tanta corrupción. Los hay convencidos de que las vías del Derecho para acabar con este orden de cosas han fracasado estrepitosamente y miran atentos los acontecimientos de otras latitudes donde la desobediencia civil es recurso desencadenante del cambio. No hacen falta ni liderazgos ni partidos para que la gente se lance a la calle. De por sí partidos y políticos reciben el repudio popular, unos por prostituidos, otros están desarticulados y sin liderazgos, aquellos desnudados como “derechos de llave” para satisfacer apetitos personales. Los que ayer se ocuparon de redimir al desvalido, hoy enajenaron su identidad histórica, secuestrados por la oligarquía financiera y económica. ¿A qué santo confiar? Ya se evaporaron las ilusiones que creó la amalgama de partidos de disímiles enfoques e intereses que parecía la vía para impedir otro triunfo de Liberación Nacional. Y lo es también para que este rectifique ese proceso de decadencia que le ha impuesto la renuncia de su alma social demócrata y que lo ha transformado en mera maquinaria electoral. Allí todo está puesto para que quien controle el engranaje de la maquinaria sea quien se asegure la candidatura presidencial y posiblemente la Presidencia de Costa Rica. Sin embargo, no es en Liberación Nacional donde está el control de la válvula de la caldera de la presión del hartazgo popular. En el momento de tocar fondo todo podrá suceder.
Alvaro Madrigal
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