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La democracia temperamental

Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 13 enero, 2011



De cal y de arena
La democracia temperamental

Se equivoca el diputado Zúñiga Chávez si cree que está en el mejor servicio de la Patria emular al capitán Araya todos al agua… yo en la playa y renunciar a la curul cuando las circunstancias exigen el aporte de las mentes esclarecidas a la solución de los ingentes problemas nacionales, el grave deterioro de las finanzas públicas dentro de ellos. A don Guillermo le adornan virtudes que, como la solvencia ética, la pericia profesional y la credibilidad, por desgracia no abundan en el conglomerado de personajes que llenan las plazas en los poderes del Estado. De modo que su dimisión acarrearía la pérdida de uno de los mejores diputados del presente cuatrienio y acentuaría la acefalía en los liderazgos parlamentarios en momentos en que el país padece la gravosa presencia de los mediocres, más allá de lo prudente y tolerable.
Si a don Guillermo lo repudian en la Casa Presidencial, si la presidenta Chinchilla durante meses ha dejado de hablarle, si ella ni se inmutó cuando él le adelantó que renunciaría, si la desacertada jefe de la fracción verdiblanca en el Congreso más bien urgió que le ponga fecha a su salida, no debe el diputado Zúñiga arredrarse ni hacerse a la idea de que su misión está concluida. Al contrario, sus discrepancias van a enriquecer el debate nacional y a permitir contrastar sus propuestas con las del Ministerio de Hacienda y las de otras bancadas, de modo que la manera de encarar las secuelas de un déficit fiscal que se proyecta mayor al 5% del PIB resulte de un amplio concurso de pareceres y no de la imposición de una tesis que abraza doña Laura por efecto de los grupos de presión quizá de un columnista que habilidosamente influyen en su gobierno.
La presidenta Chinchilla como que quiere castrar a la Asamblea Legislativa al despojarla de la esencia misma de todo parlamento: la discusión, el disenso, la confrontación, la negociación política. A no otra cosa equivale su exigencia de plena fidelidad al proyecto de reforma fiscal por ella santificado. No es esto más que otro eslabón de una cadena de hechos y conductas que preludian un triste final de su gobierno, “enclochado”, sin el juego de cintura necesario para la política, carente de liderazgos, dominado por la mediocridad e infiltrado por el autismo. Una realidad ante la cual doña Laura debería pellizcarse y reaccionar, ya, dando el golpe de timón que traiga el cambio antes de que sea tarde y fatal para Costa Rica y para su memoria histórica. Su gestión da muestras de una conducta propia de lo que Rodrigo Facio llamó “la democracia temperamental” que ha hallado regazo acogedor en un partido Liberación Nacional transformado en mera maquinaria electoral. Reflexione, señora Presidenta, y comprenda que en la difícil coyuntura en que está su gobierno lo peor es purgar a quien discrepa. Y recuerde a Rodrigo Facio: “La esencia del sistema democrático es la de que cualquier modificación en la opinión pública debe necesaria e inmediatamente reflejarse en la composición y en la política del Gobierno”.

Alvaro Madrigal

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