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La hipocresía

Si necesitamos la cercanía de un hipócrita en nuestro núcleo de amistades es que estamos exentos de madurez y requerimos la caricia de los turiferarios que proveen el incienso sedante

Leopoldo Barrionuevo [email protected] | Sábado 25 junio, 2011


Un término muy rioplatense es el de artista, aplicado al individuo que finge, que actúa en la vida de relación, que pretende ser más de lo que es y que de algún modo se escuda tras la mentira escondiendo sus verdaderos sentimientos.

Pues bien, artista es también un sinónimo de hipócrita, vocablo originado en el teatro griego que equivale a actuar, fingir, mentir, aparentar que deriva de hipo, por debajo y kreinen decidir o criticar, es decir “criticar por debajo”, o sea disimular lo que verdaderamente se piensa.

A menudo escuchamos en diversas latitudes aplicar generalizando a otros pueblos en esa estúpida costumbre de calificar todo el mundo con los rasgos de unos pocos el mote de hipócritas y es curioso que sea el adjetivo con el que una diversidad de centroamericanos nos califican a los ticos —aunque a usted no se lo comenten— pero lo interesante es que sea un término de origen teatral emparentado tanto con Shakespeare como con Calderón de la Barca quienes destacaban a la vida como un gran escenario en el que actuamos, en casos apareciendo como príncipes, más tarde como pajes y después como campesinos.

Y es apenas lógica la derivación de la dramaturgia porque el sentido que hipocresía tenía en el teatro era la interpretación del personaje como alguien cuyo carácter se diferenciaba del actor.

No obstante ello, hipócrita es un término peyorativo, excepto para quienes consideran que se trata de un modo de ser sin el cual la vida de relación sería tortuosa en la medida que la inmensa mayoría de los seres humanos es incapaz de soportar la verdad. Al menos es lo que sostienen los libros de autoayuda y los textos relacionados con ganar amigos, atraer a las personas, alcanzar la felicidad y otras pendejadas por el estilo.

Es curioso que el hombre sea hipócrita para fuera y no simule para dentro, donde se encuentran los pesares y sentires como cantaba Don Ata, una actitud tan curiosa como saber de alguien que trepa alto en la política y sea lo suficientemente hipócrita para quedarse con unos “vueltos” comisionables por asesorías que conservó descaradamente desde la posición pública y sea tan cara de barro como para ampararse en la presunta dignidad del cargo.

Finalmente, si necesitamos la cercanía de un hipócrita en nuestro núcleo de amistades es que estamos exentos de madurez y requerimos la caricia de los turiferarios que proveen el incienso que es sedante, perfuma el ambiente y provee tranquilidad, a la vez que genera buenas ondas… Eso dicen, además de contener propiedades diz que afrodisiacas, lo cual yo pongo en serias dudas, en especial cuando la testosterona se va alejando de nuestro horizonte.

Puede que el almizcle, el sándalo, la canela, el romero, la salvia y el ámbar, entre otros atraigan a la persona amada, pero históricamente, la relación del incienso y los templos estaba originada en la escasa higiene de otrora, lo que hacía poco menos que insoportable la permanencia en recintos cerrados, en esos casos lo más recomendable es un buen baño, agua de florida y un desodorante perfumado.

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