Laudato si… mi signore
Iris Zamora [email protected] | Lunes 29 junio, 2015
…desde Moncho
Laudato si… mi signore
¡Ahora, sin matrimonios católicos para evangélicos, ni desabasto de aguacates, quizá haya tiempo para otros temas!... 192 páginas. Seis capítulos. El papa Francisco entrega a la sociedad mundial la encíclica Laudato Si.
No es exclusiva para católicos; en la introducción hace referencia al patriarca Bartolomé II de la Iglesia ortodoxa, es un reconocimiento a otras iglesias que han abordado el tema ambiental. No es tampoco un dogma de fe.
Francisco nos habla desde la “opción preferencial por los pobres”, con el lenguaje con que los pontífices han abordado la “cuestión social”
Hace referencia a Juan XIII en Pacin in Terris como un antecedente de la preocupación de la Iglesia por el ambiente humano. Nos traslada a 1971 cuando el papa Pablo VI en la FAO advierte de “una catástrofe ecológica bajo el efecto de la explosión de la civilización industrial”. Nos lleva a los textos de Juan Paulo II que llamó a “la conversión ecológica”. Nos sitúa en el periodo de Benedicto XVI: “Eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento, que parecen incapaces de garantizar el respeto al medio ambiente”.
¿Porque Laudato Si? Francisco nos recuerda que él toma de Francisco de Asís “su nombre como su guía, como inspiración en el momento de mi elección, como obispo de Roma, creo que Francisco, dice el Papa, es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral vivida con alegría y autenticidad”.
En el primer capítulo que llama “Lo que está pasando en nuestra casa”, y aborda el tema de la contaminación, el cambio climático, la cultura del descarte, el clima como bien común, la cuestión del agua… Capítulo que deberían leer los diputados de nuestra Asamblea Legislativa antes de volver a promover un texto que privilegia al agua como bien económico en vez de derecho humano.
El capítulo II: “Evangelio de la creación”, con “La luz que ofrece la fe”. En el capítulo III: “Raíz humana de la crisis ecológica”, se detiene a hablarnos sobre la “globalización del paradigma tecnocrático”. Capítulo IV: “Una ecología integral”, capítulo V: “Algunas líneas de orientación y acción”; en el capítulo VI: “Educación y espiritualidad ecológica”, nos reitera el llamado a la “conversión ecológica” y a “otros estilos de vida”.
No disimula el papa Francisco en señalar a los responsables de la crisis ambiental. Nos pide impactar con nuevas prácticas de consumo. Describe el daño ambiental a la “hermana Tierra” con el dramatismo de la realidad.
Solo pasaron unas horas para que senadores republicanos estadounidenses atacaran su encíclica. Francisco sacude los cimientos de un sistema económico injusto, desigual, que empobrece, excluye, y amenaza con acabar con “la casa de todos”.
El Papa nos recuerda el principio básico de la enseñanza social de la Iglesia “el destino común de todos los bienes”… Francisco nos convoca a desarrollar nuestra espiritualidad, en armonía con la naturaleza. Porque todos los seres de la creación tenemos “vocación de hermanos”.
Iris Zamora
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