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Lunes, 25 de noviembre de 2024



COLUMNISTAS


Leopoldo e Ismael vuelven a las universidades para ser homenajeados

Alberto Salom Echeverría [email protected] | Viernes 25 octubre, 2024


Alberto Salom Echeverría

[email protected]

(Capítulo 14 del relato “Los estudiantes y el aspirante a dictador.”)

Ismael y Leopoldo decidieron ir juntos a la UCR y a la UNA, porque la dirigencia estudiantil en ambos centros de educación superior se esmeró organizando sendos recibimientos en homenaje a sus compañeros de lucha, ahora convertidos en una leyenda.

El acto en la UCR se planificó para que empezara a las 9:00 am, mientras en la UNA tenían previsto comenzar a las 12:00 (medio día). Las dos actividades fueron el producto de un acuerdo de la dirigencia estudiantil de las cinco universidades públicas; por esta razón, los principales representantes de cada una de las federaciones estudiantiles tendrían un asiento en la mesa principal de cada acto y, dos de ellos, un dirigente en cada universidad haría uso de la palabra a nombre de las cinco instituciones del movimiento estudiantil.

En pocas ocasiones hubo tal unidad como la lograda en este mes de octubre, la algazara fue provocada por una muchedumbre en su enorme mayoría estudiantil, la cual además estaba pletórica de fervor en los dos centros de enseñanza por igual. Los asistentes, primero se fueron acomodando como cada uno pudo, amontonados por doquier; lo que obligó a última hora a los organizadores del homenaje en cada uno de los campus a tener que improvisar una actividad a cielo abierto, ya que ningún espacio cerrado, por grande que fuera, se prestaba para albergar a tanto estudiante universitario e inclusive a otros de algunos colegios de educación media, tanto de San José, como de Heredia.

La motivación principal estaba orientada a desagraviar a Leopoldo e Ismael, y advertir a los vándalos que los líderes no estaban, ni estarían solos nunca. También, había un mensaje explícito para el gobierno, conminándolo a poner su mayor empeño para no entorpecer ni al OIJ en su investigación, ni a la fiscalía del Estado después, a la hora de que hubiese indicios para iniciar la acusación formal en contra de los presuntos infractores de la ley, ante una fechoría tan deleznable por inhumana y cruel.

Cuando Leopoldo e Ismael fueron divisados por el estudiantado en el acto de la UCR, entrando por la parte de atrás de la biblioteca Carlos Monge, se desató un enorme bullicio que creó un estado de éxtasis en aquel contingente humano ardoroso. Los homenajeados caminaban con ayuda de Natalia y los familiares de los dos líderes, hacia la parte anterior de la biblioteca, pues el acto por fin se iba a realizar en estas calles frontales del campus Rodrigo Facio Brenes. En este preciso momento, estalló entre la muchachada, como una sola voz, un conjunto de consignas previamente preparadas alentando a los dos líderes. A pesar de encontrarse la gente en un espacio abierto, la reverberación del griterío y de las consignas, se escuchaba con facilidad hasta la iglesia de San Pedro, y también, por toda la calle de “la Amargura” y sus alrededores; ni qué decir en las inmediaciones universitarias del lugar, donde por fin se celebraba el acto imponente. Tal era el entusiasmo ante la aparición de Leopoldo e Ismael por lo que habían llegado a representar que, se sentía entre los presentes una suerte de vibración eléctrica altamente motivante. Ahí, no había nadie que no sintiera en la piel una fuerza de atracción, un magnetismo que emanaba de Polo e Ismael hacia la enorme aglomeración y, regresaba a ellos y al entorno circundante en proporción aumentada, generando una verdadera sinergia.

Otro incentivo que aupaba a los manifestantes era la lucha por una justa retribución a las universidades en la negociación del FEES, cuya tramitación fue trasladada a la Asamblea Legislativa, por primera vez en la historia, ante la incapacidad del gobierno de Chaves de ofrecer los recursos que demandaba la Constitución. En los días en los que el acto tenía lugar, una subcomisión de hacendarios aprobó otorgar un 2% de aumento a las instituciones superiores de educación pública. Si no prosperaban los recursos de revisión de tal acuerdo, el monto del FEES pasaría al plenario legislativo para su aprobación definitiva, para satisfacción de los universitarios y de una mayoría popular que siempre los ha respaldado.

El acto dio inicio con un poco de retraso, por el imperativo de trasladarlo del auditorio ubicado en la ciudad científica, donde inicialmente se había dispuesto celebrarlo, a un campo abierto, frente a la biblioteca “Carlos Monge”, como ya se dijo. No hubo alternativa, dada la cantidad de manifestantes que concurrieron. En un “abrir y cerrar de ojos”, merced a la intervención de trabajadores de la UCR, se armó una tarima de metal portátil, muy segura, donde se establecería la dirigencia estudiantil junto a Polo e Ismael.

Hubo primero algo de solemnidad, pues se comenzó interpretando el Himno Nacional de Costa Rica, con la ayuda de una parte de la banda universitaria.

Luego cantaron unos trovadores volviendo a exaltar el ánimo de los concurrentes. Interpretaron música protesta latinoamericana con gran maestría, como sabían hacerlo cantantes de la talla de Luis Enrique Mejía Godoy, Manuel Monestel y otros de semejante talante.

Por fin vinieron los discursos. Una dirigente de los estudiantes, la actual presidenta de la FEUCR, V. P. M., quien además habló en nombre de las demás federaciones estudiantiles; leyó un discurso soberbio, lleno de contenido patriótico, elogiando el valor de los dos dirigentes de las universidades, Leopoldo de la Universidad de Costa Rica e Ismael de la Universidad Nacional. Al final de su alocución propuso que pusieran una placa en cada universidad con el nombre de los homenajeados de hoy, por su consecuencia, su valentía, su espíritu universitario y lealtad hacia Costa Rica y la Madre Tierra. Un estruendo se escuchó de repente, avivando la sugerencia, que ahogó las últimas palabras de la presidenta de los estudiantes.

En cuanto se hubieron calmado los ánimos de los estudiantes, el presentador mencionó el nombre de los dos homenajeados, que fueron recibidos con un caluroso aplauso y de nuevo consignas coreando sus nombres. Fueron convocados a hacer uso de la palabra.

El primero en hablar fue Ismael, quien hizo un discurso corto, como de cinco minutos, pero muy emotivo y muy bien pronunciado e hilvanado. Al concluir, el bullicio de los presentes subió de tono vitoreando a Ismael.

Cuando Polo fue llamado por el presentador, el dirigente se colocó frente al micrófono, con su aspecto masculino, muy apuesto, de estatura superior a un metro ochenta, de feria con una sonrisa muy natural que rezumaba felicidad, a pesar de todo lo que le había ocurrido en el asalto del que fueron objeto él e Ismael. La concurrencia quedó más bien expectante primero, paralizada por el carisma del joven, a pesar de que todavía no había pronunciado ni media palabra. Solo continuaba sonriendo y alzaba su brazo derecho que era el que mantenía sano, haciendo la V con sus dedos índice y el mayor o medio, en señal de victoria. Su brazo enyesado, lejos de disminuir su imagen, más bien contribuía a conferirle al joven Polo, un aspecto más humano y, sabiéndose la causa por la que debieron ponerle un yeso, lo hacía aparecer como un joven valiente y consecuente con su compromiso de lucha.

Leopoldo comenzó a hablar, tenía una voz grave, pausada, se expresaba con la seguridad, de quien sabe de principio a fin lo que desea comunicar. No usó muletillas en ningún momento y como buen filósofo sus ideas se encadenaban unas con otras en perfecta armonía y sintonía. No discursaba a la manera tradicional, más bien hablaba con coherencia y claridad, frente a lo que, sus compañeros estudiantes estaban como hechizados. Sin proponérselo, de él surgía un magnetismo, el cual funcionaba como un perfecto imán. Su mensaje calaba en cada mente, a cada instante iba tejiendo una nueva idea que proporcionaba más sentido y conexión con la anterior. Todas sus ideas iban enlazadas. Algunos de los viejos profesores catedráticos que habían conocido a Rodrigo Facio Brenes, compararon la intelectualidad de Leopoldo con la del más célebre rector de esta casa de estudios.

Puede resultar paradójico, pero al terminar de hablar Leopoldo, se produjo un silencio asombroso en aquella muchedumbre ansiosa de escuchar más al líder estudiantil, su mensaje cargado de esperanza, pero al mismo tiempo su crítica honesta contra la pasividad de muchos. El líder había llamado a todos a estudiar, pero también a abandonar el individualismo, el egocentrismo de aquellos que solo piensan en sí mismos, es decir, el solipsismo que deviene paralizante y que impide con frecuencia dar un paso al frente en la lucha, por sumarse a la defensa del planeta, que es la “casa común” o, la lucha por el presupuesto justo y constitucional para las universidades.

Leopoldo preguntó ¿Y quién queréis que afronte la lucha si os quedáis paralizados? Usó por única vez esa forma de expresión culta, que causó estremecimiento en muchos. ¿No ocurrió acaso algo parecido en la coyuntura de 1856, cuando la Patria requirió el esfuerzo de todos, sin que faltase nadie, nadie, nadie… En efecto -agregó- a aquella convocatoria de don Juanito Mora nadie faltó, como no fuera por razones de fuerza mayor entre los varones que, eran en aquellos días, los únicos que iban a la guerra. Ningún hombre de bien faltó al compromiso por la Patria. ¿Y hoy? ¿Quiénes han estado a la altura que las circunstancias ameritan, quiénes han dicho presente cuando se les llamó a enfrentar el desafío de luchar contra la explotación petrolera y del gas? ¿Cuántos se han quedado en casa ante el llamado de vuestros dirigentes estudiantiles a hacerse presentes para impedir que un gobierno miope y torpe se salga con la suya impidiendo una justa financiación para las universidades? ¿No es este acaso el compromiso actual que nos impele a dar un paso al frente y decir: -subió la voz sensiblemente, solo en esta ocasión- aquí estoy yo también poniendo mi grano de arena para la causa común?

El acto en la UNA no desmereció en nada con respecto al que acababa celebrarse en la UCR. Allí también se encontró una gigantesca corriente humana, como un río gigantesco, una multitud deseosa de apoyar a sus dirigentes estudiantiles maltratados, inquieta por conocerlos quien no lo había logrado antes. Allí también hubo una sensación electrizante, al contacto de unos con otros, por saberse todos con la misma vocación, con el mismo ardor por conseguir el triunfo en la lucha del FEES, en la larga y difícil brega por defender al Planeta de las multinacionales que lo tienen enfermo y desgastado, incendiados los bosques, sucios los mares y revueltos con las altas temperaturas, derivadas de una minoría humana que, sin escrúpulos continúan lanzando gases de efecto invernadero a la atmósfera, creyéndose siempre los dueños de la naturaleza.

En la UNA, la presidenta, R.L.Q. de la FEUNA habló con voz firme propia de quien se sabe impelida a cumplir con los cometidos comunes; pero también de poner el umbral muy alto en lo que se refiere a la actuación de las mujeres en todas estas luchas, así como en todas aquellas en las que se busca erradicar para siempre las violaciones contra las féminas, los maltratos y las ofensas, las discriminaciones de las que siguen siendo objeto las mujeres en todo el mundo.

Ismael aquí, se esmeró por conectar más profundamente con sus compañeros, porque esta ha sido y es la institución de educación pública superior que lo ha llevado a ser un gran estudiante, selecto analista de la matemática pura y más recientemente de los estudios en función del conocimiento práctico. Por todo ello su lenguaje al expresarse frente a los estudiantes era concreto, directo y al grano, dando siempre la sensación de quien sabía plantear los imperativos de la lucha social y estudiantil, sin florituras, remilgos ni afectaciones exageradas.

Leopoldo produjo la misma sensación intensa que en la UCR., solo que esta vez con una comunicación todavía más pulida y eficaz.

La música protesta afloró en el campus Omar Dengo al final del acto; los estudiantes acompañaron a los trovadores en su canto, todos al unísono, una única voz afloró de miles de gargantas, identificadas con el desagravio a Ismael y Leopoldo. Se concluyó con las notas del Himno Nacional. La tarea estaba cumplida y lo logrado colmó las expectativas de los dirigentes. Al final, el tiempo, como sabiendo lo que hacía, dio una tregua, la lluvia desapareció ese día y el sol fue el protagonista durante gran parte de la tarde.

Este relato continuará…







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