Leyenda de un crimen
Candilejas [email protected] | Viernes 15 febrero, 2019
Ahí yace la tragedia de un supuesto asesinato perdonado por un Papa y convertido en misterio más de 300 años después.
Su nombre es iglesia de Santiago Apóstol, patrono de la Vieja Metrópoli, Cartago, cuya construcción se vio imposibilitada por varios sismos.
Asesinatos por celos, crímenes por el poder político, traiciones, son parte de esta historia pero hechos también vigentes en la sociedad actual.
El lugar del que hablamos, con su leyenda, puede ser sitio atractivo para turistas nacionales y extranjeros. Hay muchos lugares del mundo, España, por ejemplo, en donde se favorece la llegada de turismo a partir de una antigua leyenda y así se mejora la economía y la vida de todo el pueblo.
La población de Cartago ha atribuido los terremotos mencionados a una supuesta maldición de la que es víctima el templo, mientras la historia nos da varias versiones de esta leyenda.
Se dice que ahí ocurrió un sacrilegio, cuando por amor a una mujer, un hombre mató, sobre las gradas del altar, a un sacerdote quien consagraba la hostia.
Otra versión reza que ese hombre y el cura eran hermanos enamorados de la misma mujer, y es el cura quien acaba con la vida de su hermano, durante la boda de éste último. Este crimen hizo que lo decapitaran, dejando su alma vagar en el abismo de la muerte: es el padre sin cabeza, mismo que, según una leyenda, se aparece a la gente, sobre todo por las madrugadas, en aquellas ruinas de Santiago Apóstol y sus alrededores.
El escritor Joaquín Vargas Coto, en “Crónicas del húsar blanco”, explica cómo por celos “un fraile coció a puñaladas a un hombre. Desde ese infausto momento, pesa sobre el lugar una maldición…”.
Manuel de Jesús Jiménez, historiador, escribe en “Noticias de antaño”, que el mencionado cura fue Alonso de Sandoval, exvicario de Cartago, quien se oponía a la elección de su hermano como regidor.
Aun así, fue electo, y, el 1 de enero de 1640, cuando las altas autoridades del pueblo iban a oír la misa, el sacerdote las esperó en la puerta de la iglesia, al llegar, el cura apuñaló a su propio hermano.
Añade el historiador que el cura “montó a caballo y se fue tan lejos que llegó a Roma, donde el Papa Urbano VIII, lo absolvió imponiéndole la pena de construir a su costa la ‘iglesia mayor’ de Cartago”.
Enciende más la polémica otra versión indicando que el cura tenía amores con la esposa de su hermano José, y es eso lo que desencadenó el fratricidio.
En 1923 el expresidente Cleto González Víquez publica en “Revista de Costa Rica”, el crimen del sacerdote, pero aclara que el mismo ocurre en el ayuntamiento y no en la iglesia.
El día del crimen, en las actas del Cabildo se hace constar que un tal Juan de Sanabria, hermano de la esposa de José de Sandoval, deseaba también la alcaldía, verdadera razón del crimen.
Es en esas actas que se basa el historiador Ricardo Blanco para informar en “Apuntes sobre el templo parroquial de Cartago durante la Colonia”, publicado en la revista “Anales 1962-63”, que el de la puñalada pudo haber sido Juan de Sanabria y no el sacerdote hermano de José.
Quien fuera arzobispo de San José, Monseñor Víctor Sanabria, en su estudio “Documenta Histórica Beatae Mariae Virgins Angelrum”, da el beneficio de la duda al cura.
Mientras estudiosos y clérigos siguen discutiendo y descifrando la leyenda, la bruma cartaginesa parece eternizarse sobre un misterio del cual, quizá, nunca sepamos la verdad.
Carmen Juncos Biasutto
Editora jefa y Directora de proyectos