Libertad para educarse y elegir
Silvia Castro [email protected] | Lunes 04 abril, 2016
El Estado no puede seguir defendiendo su monopolio educativo, ofreciendo educación gratuita a través de un único proveedor estatal
Libertad para educarse y elegir
No existen alumnos promedio; todos son únicos, excepcionales. Por eso, obligarlos a matricularse en un centro educativo “promedio”, a criterio del Estado, genera inequidad e injusticia, al no considerar las necesidades e intereses de aprendizaje de los chicos y las preferencias de sus padres de familia.
Un Estado democrático no puede monopolizar el derecho formador de los padres, ni sustituir a los padres, ni incidir como agente ideológico de los intereses estatales. El Estado, como colaborador subsidiario de los padres, debe promover la pluralidad y la calidad de los centros educativos, para que las familias cuenten con una amplia gama de alternativas a escoger. Además, debe garantizar su derecho inalienable a educar a sus hijos en aquellas instituciones cuyo proyecto educativo concuerde con sus propias expectativas.
Ningún centro educativo es igual que otro y se empiezan a diferenciar desde su concepción del propósito de educar.
Por ejemplo, existen comunidades escolares que sostienen ideologías religiosas y que pretenden inculcar los hábitos y valores que conducirán la vida de los chicos, en concordancia con su fe.
Existen otras que conciben su papel principal como el de educar a los alumnos con las competencias para reflexionar, razonar y resolver problemas. Establecen estrategias pedagógicas que involucran la indagación, la experimentación y la colaboración, desde perspectivas cognitivas y socio-constructivistas del aprendizaje.
En otras instituciones predominan las ideologías de la autorrealización, en las que los docentes consideran que el propósito de enseñar es realzar las calidades, potencialidades y creatividad de cada joven. Porque predomina una visión humanista, valoran la escogencia estudiantil y el aprendizaje auto-dirigido y se enfocan en satisfacer las necesidades e intereses individuales de sus estudiantes con tareas de desarrollo personalizadas.
Los tecnólogos, en cambio, se enfocan en los datos, la medición con pruebas academicistas y la rendición de cuentas, y los racionalistas académicos orientan sus métodos hacia las lecciones magistrales, la memorización, la demostración y la práctica. Finalmente, los reconstruccionistas sociales se esmeran en que sus alumnos se formen como buenos ciudadanos y se responsabilicen por impulsar el cambio social, político, económico y ambiental.
Hay centros educativos eclécticos, que combinan ideologías, y los hay sin ninguna ideología. Pero son los padres quienes deben elegir. El Estado no puede seguir defendiendo su monopolio educativo, ofreciendo educación gratuita a través de un único proveedor estatal y estableciendo múltiples barreras regulatorias que desestimulan la calidad y la competencia por parte del sector privado. Las familias deben poder escoger entre centros educativos, públicos y privados, y utilizar su parte de los fondos públicos que le corresponden por ley, en ejercicio de su derecho a tutelar la educación de sus hijos y el derecho de sus hijos a educarse.
Silvia Castro,
Rectora de Ulacit
NOTAS ANTERIORES
Nayib Bukele presidente de El Salvador
Viernes 22 noviembre, 2024
El Salvador y Costa Rica han sido dos países hermanados desde siempre
Liderar el cambio
Viernes 22 noviembre, 2024
Las empresas en Centroamérica están trabajando, cada vez más, en el liderazgo sostenible
Dilemas de Marco Rubio y de la administración Trump en América Latina
Jueves 21 noviembre, 2024
El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, ha nominado al cubanoamericano Marco Rubio como Secretario de Estado
Quiero experimentarlo todo, Incluso las consecuencias
Jueves 21 noviembre, 2024
Vivimos en un mundo donde todos quieren la recompensa, pero nadie quiere el riesgo