Más sobre la complejidad y los altos y crecientes requerimientos de capital de la transición energética
Roberto Dobles [email protected] | Lunes 14 noviembre, 2022
En mi columna anterior, titulada “La transición energética: un cambio necesario pero complejo, lento y con altos requerimientos de capital”, se analizó la complejidad y los importantes y crecientes requerimientos de capital de la necesaria transición energética. En esta columna se continúa con este análisis.
1. Complejidad y magnitud de la transición energética
A nivel de la demanda de energía, hay que sustituir un sistema de consumo energético construido en los países durante décadas con una inversión continua de trillones de dólares en todos los sectores de actividad económica y social.
Todo este sistema de consumo de energía está actualmente dominado por los combustibles fósiles en más del 80%. Todos los sectores tienen una alta dependencia de estos combustibles, como el sector transporte (automóviles, buses, camiones de carga liviana, mediana y pesada, aviones, barcos de todo tipo, etc.), industria, agricultura, comercio, turismo, etc.
A nivel del suministro de energía, hay que sustituir a nivel mundial un sistema de abastecimiento energético construido también durante décadas con una inversión de trillones de dólares y que está también actualmente dominado por los combustibles fósiles en más del 80%.
Se debe pasar entonces del sistema actual a un sistema de abastecimiento y consumo energético que sería dominado por las energías renovables y otras energías más limpias, lo cual es intensivo en capital y en tiempo (décadas).
Al igual que ocurrió con el desarrollo del sistema energético actual, el proceso de cambio energético que se requiere ahora tiene altos requerimientos de capital a nivel de la estructura de consumo energético y de suministro de energía.
Esta transición energética va a requerir de una inversión global que se calcula en el orden de trillones de dólares y podría ser más.
Por su naturaleza misma, la transición energética es muy compleja, la cual va más allá de la simple sustitución de fuentes de energía y de la creación de una nueva y muy diferente infraestructura asociada a la demanda y a la oferta energética y estará llena de riesgos e incertidumbres durante las décadas que vienen.
Sobre la complejidad multidimensional de este vasto proceso de cambio, el Oxford Institute for Energy Studies de la Universidad de Oxford del Reino Unido, señala que la transición energética implica, entre otros aspectos, cambios radicales en al menos tres dimensiones fundamentales que están fuertemente interrelacionadas:
• Los elementos tangibles del sistema energético, los cuales incluyen la tecnología, la infraestructura, el mercado, los equipos de producción, los equipos de consumo y las cadenas de distribución.
• Los actores del sistema energético y su conducta, lo cual incluye las nuevas estrategias y los patrones de inversión, así como el cambio de las coaliciones y las capacidades de los actores públicos y privados.
• Los regímenes socio-técnicos que contienen las regulaciones, las políticas formales y las instituciones, así como la mentalidad y las creencias de la gente y las opiniones sobre la nueva normalidad y las prácticas sociales.
Las fuentes y el consumo de energías tradicionales y las nuevas fuentes que van a ir introduciéndose progresivamente coexistirán durante estas décadas en este proceso multidimensional de cambio.
Es importante tener también en cuenta que, como consecuencia de las realidades económicas, financieras, fiscales, sociales, políticas y energéticas de los países, es fundamental, para llevar a cabo una transición energética exitosa, lograr los factores críticos de la siguiente trilogía: introducir fuentes energía de bajo costo, más limpias y con una alta seguridad en abastecimiento energético.
2. Desafíos del financiamiento de la transición energética
Los desafíos de financiamiento de la transición energética en los países, particularmente aquellos en vías de desarrollo, son monumentales y se adicionan a los muchos otros desafíos y necesidades.
Uno de los factores críticos de éxito es así el acceso permanente a la inmensa cantidad de recursos que se requieren para financiar continuamente, durante décadas, este vasto proyecto de cambio que representa la transición energética.
Los siguientes artículos nos recuerdan varios de los aspectos claves relacionados con el financiamiento de la transición energética:
• “Financing is the key to unlock the energy transition” (Siemens Energy):
El financiamiento es un elemento indispensable de la transición energética y es el principal reto de muchos proyectos, especialmente en los campos de las nuevas tecnologías, y en geografías políticamente inestables y económicamente frágiles, más aún si han acumulado una deuda soberana desproporcionada.
• “How expensive is an energy transition? A lesson from the German Energiewende” (BMC, Energiewende significa 'cambio energético'):
El financiamiento es vital para la transición hacia la energía verde.
El acceso al financiamiento de bajo costo crea dificultades en muchos países porque es desigual entre ellos ya que el acceso y el costo del capital difiere sustancialmente entre regiones.
• “Higher cost of finance exacerbates a climate investment trap in developing economies” (Nature Communications):
En la mayoría de las economías en desarrollo, los mercados de capital son inmaduros, no están bien desarrollados y carecen de un stock de capital, lo que dificulta el acceso y la obtención de financiación.
Esto es particularmente perjudicial para los proyectos bajos en carbono dado su naturaleza intensiva en capital en comparación con los activos tradicionales de combustibles fósiles.
Las transiciones del sistema energético en las economías en desarrollo requieren una inversión particularmente alta, pero dados sus mercados financieros subdesarrollados y los riesgos internos, los inversionistas aplican primas de alto riesgo a la financiación que ponen a disposición, lo que hace que la transición energética sea más costosa que en países con menor riesgo percibido. Por lo tanto, generalmente se renuncia a las inversiones, lo que crea una trampa de inversión climática.
Una trampa de inversión climática ocurre cuando las inversiones relacionadas con el clima siguen siendo crónicamente insuficientes, debido a un conjunto de mecanismos de autorrefuerzo con dinámicas similares a las de la trampa de la pobreza.
• “The energy transition will be expensive” (The Economist):
La transición energética es un proyecto vasto y costoso. Los defensores de la inversión verde a menudo han presentado esto como una ventaja: la gran inversión en infraestructura sería parte de un "nuevo acuerdo verde", financiado por préstamos gubernamentales baratos.
La inflación ahora ha dejado en claro que hay demasiado gasto en las economías del mundo. Los costos de los intereses de la deuda están aumentando a medida que los bancos centrales actúan para frenar la creciente inflación.
El atractivo de un estímulo fiscal verde se ha disipado. Lejos de agotarse, un mayor gasto público ahora desplazará la actividad del sector privado y aumentará aún más los precios. El modelo de gasto verde ya no es el nuevo trato verde.
La mala noticia es que el costo de la transición climática para los contribuyentes será mucho mayor que lo previsto.
Hay que tener claro que la alta inflación y las economías sobrecalentadas significan que ya no es un buen momento para aumentar los déficits.
• “The energy transition under pressure” (Foro Económico Mundial):
El desafío de la transición energética es lograr simultáneamente la seguridad energética, la sostenibilidad económica, social y ambiental y el acceso asequible a la energía de bajo costo.
El contexto actual destaca el balance inherente a la transición energética que necesariamente hay que hacer se ve complicado por la estructura del sector energético, el papel socioeconómico que tiene la energía y las circunstancias geopolíticas.
Dada la interconexión del sistema energético en el tejido económico y social moderno, los impulsores (“drivers”) y los impactos de la transición energética no se limitan a los límites tradicionales del sistema energético. Más bien, incorporan un amplio conjunto de parámetros sociales, políticos, regulatorios, macroeconómicos y de infraestructura que permite una transición energética efectiva.
Existe una perspectiva hacia el futuro de períodos potencialmente recurrentes de desequilibrio entre la oferta y la demanda de combustibles de transición.
Un mal diseño de la transición energética y una mala implementación tienen grandes efectos negativos, ya que crearán nuevas dificultades económicas y sociales y profundizarán las desigualdades que existen en los países en vías de desarrollo.
Sobre este tema, un artículo titulado “Climate finance must foster a just transition in developing countries” (SEI) señala lo siguiente:
Los países en vías de desarrollo se enfrentan a la monumental tarea de hacer frente al cambio climático al mismo tiempo que se enfrentan a importantes desafíos sociales y económicos. Estos incluyen la pobreza persistente, la desigualdad y las brechas de acceso a la energía, así como la degradación y pérdida de sus recursos naturales.
Las respuestas al desafío climático pueden, si no se diseñan cuidadosamente, introducir nuevas dificultades y profundizar las desigualdades.
El avance de estos países ha sido muy baja y muy disímil y varía mucho según sus capacidades, incluyendo las capacidades para financiar continuamente durante décadas un proyecto tan vasto como es la transición energética a nivel de la demanda y de la oferta energética.
3. Costa Rica desfinanciado y en franco retroceso energético
La evidencia, contenida en los datos oficiales sobre la evolución del sector energía, muestra que Costa Rica no solamente no ha avanzado en la transición energética, en la reducción de emisiones al ambiente (incluyendo gases de efecto invernadero) y en la descarbonización de la economía nacional, sino que más bien ha retrocedido, ya que ha ocurrido una “transición hacia atrás” (en reversa), lo cual ha provocado que las emisiones de gases al ambiente sean crecientes y que la carbonización del país aumente continuamente.
A pesar de lo anterior, los gobernantes han venido indicando falsamente que el país avanza rápidamente en la transición energética y en la descarbonización.
En varias columnas anteriores he demostrado, de manera contundente y con datos oficiales, que en Costa Rica ha venido ocurriendo un nefasta “transición energética hacia atrás” (en reversa).
Además de la política energética y los planes energéticos populistas de escritorio que, para empezar, no tenían ninguna posibilidad de incidir en la realidad, este funesto retroceso se debe también a la crónica carencia de financiamiento porque el país no ha tenido los recursos.
No se ha contado con el financiamiento que se requería para iniciar con el cambio energético que el país requiere. Mucho menos se cuenta con la enorme cantidad de recursos que deben estar disponibles para financiar permanente durante las próximas décadas la transición energética, la descarbonización de la economía y la reducción de las emisiones al ambiente.
Los siguientes resultados negativos, derivados de la irreal e ineficaz política energética nacional de “transición”, de “reducción” de las emisiones al ambiente y de “descarbonización”, son una pequeña muestra de lo que ha venido ocurriendo en el país:
• Los derivados de petróleo importados han venido continua y sistemáticamente sustituyendo y desplazando las fuentes nacionales renovables de energía, lo que está aumentando permanentemente la dependencia petrolera, la cual ya llega al 64,5% del abastecimiento energético nacional actualmente y sigue creciendo.
• Se está dando un importante retroceso en la matriz energética nacional hacia una alta y creciente petrolización importada de alto costo, lo que provoca además una elevada vulnerabilidad energética a los vaivenes del mercado petrolero internacional en cuanto a las alzas abruptas en precios y a la reducción de la seguridad de suministro.
• Como consecuencia del creciente consumo de derivados de petróleo importados, las emisiones al ambiente continúan creciendo aceleradamente (incluyendo los gases de efecto invernadero), por lo que el país continua carbonizándose, en lugar de estar descarbonizándose.
• Esta situación ha provocado que el país incumpla cada vez más los compromisos adquiridos internacionalmente, incluyendo los compromisos de reducción de las emisiones adquiridos dentro del marco del Acuerdo de París. Se estableció trayectoria de reducción de las emisiones nacionales, y más bien el país se ha enrumbado en una trayectoria de emisiones crecientes.
• No se están reduciendo los costos de la energía a los niveles internacionales, lo cual crea en el país serios problemas de competitividad que reducen la capacidad de crecimiento económico y de progreso social del país.
• No se está dando tampoco la necesaria diversificación de las fuentes de energía como está ocurriendo en el mundo para ir adoptando las nuevas fuentes de energía. Dos fuentes de energía tradicionales representan el 80% del abastecimiento energético nacional (derivados de petróleo importados en 64% e hidroelectricidad nacional en un 16%) y no se visualiza un cambio real en esta desfavorable situación.
Más bien la situación se deterioraría aún más con la tendencia actual de un crecimiento continuo de la dependencia nacional de los recursos petroleros importados.
Entre los países que más están avanzando en la transición energética se encuentran varios países exportadores de gas natural y petróleo, los cuales utilizan una parte de la enorme riqueza obtenida con estas exportaciones para financiar la transición energética.
Uno de estos países es Noruega, el cual exporta aproximadamente un 95% de su producción de gas natural y petróleo. Este país es un referente internacional de desarrollo.
Gracias en gran medida los recursos económicos y fiscales obtenidos de sus exportaciones de gas natural y de petróleo, Noruega es el país que más ha avanzado en el mundo en la transición energética, la reducción de emisiones al ambiente y la descarbonización.
Entre estos logros de encuentran los siguientes:
• La flota vehicular es la que más se ha electrificado porcentualmente y per cápita en el mundo donde toda la electricidad utilizada es generada también con energías renovables.
• En el 2021, el 65% de las ventas de automóviles nuevos fueron vehículos eléctricos de baterías y el 28% fueron híbridos (22% híbridos enchufables y 6% híbridos no enchufables).
• El país tiene una amplia red ferroviaria totalmente electrificada que se extiende en forma de abanico a todo el país desde Oslo. Esta red conecta todas las principales ciudades, la cual está a su vez conectada con otros países, como Suecia y Dinamarca.
• Muchas ciudades tienen ya metros, tranvías y buses que utilizan electricidad generada con fuentes renovables de energía.
Por dogmas y sesgos ideológicos sin estudios técnicos, económicos, sociales y fiscales, y a pesar también de que los datos oficiales muestran un continuo, creciente y severo deterioro energético y ambiental de la matriz energética nacional, la política energética de los últimos gobiernos de Costa Rica ha rechazado sistemáticamente la emulación de las políticas energéticas eficaces como la de Noruega y de otros países con políticas parecidas.
Como parte de estas políticas se encuentran las formas exitosas que le aseguran al país la enorme cantidad de recursos que se requieren para el financiamiento continuo, durante las próximas décadas, de la transición energética, la descarbonización y la reducción de las emisiones al ambiente, a través del uso de una parte de la gran riqueza nacional proveniente del desarrollo de los recursos naturales del subsuelo.
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