Migraciones…¿cambian la cultura?
Candilejas [email protected] | Viernes 20 julio, 2018
“Me costó mucho acostumbrarme” dice Mariela, inmigrante que llegó a Costa Rica con nueve años de edad.
Aunque ya lleva cuatro viviendo en nuestro país, prefiere mantener el anonimato porque dice que no quiere exponerse a burlas o comentarios en el colegio, pero que extraña mucho a las amigas y familiares que dejó en su país natal.
Más de 210 millones de migrantes existían en el planeta en 2016, según la Organización Internacional de las Migraciones.
Hay muchos enfoques desde los cuales mirar este intenso y complejo fenómeno de los desplazamientos humanos.
Se producen por motivos económicos, o por huir de una guerra, por reunión familiar o por otras razones y circunstancias que, en general, mueven a los migrantes a buscar una mejora en la calidad de sus vidas.
Pero “calidad de vida no es lo mismo para todas las personas”, dice la socióloga Cindy Chinchilla.
Algo que para unos puede significar una mejora en su existencia, para otros no lo será tanto porque sus necesidades o deseos son diferentes.
“Las dinámicas familiares se discuten y desarrollan en casa, en el ámbito privado y por eso están ligadas a lo que creemos y vivimos y eso permanece más allá de cualquier estructura social en que nos encontremos”, asegura Cindy.
Es decir, que no cambia tanto la cultura por el hecho de vivir en otra. No obstante, esto no significa que los procesos de adaptación sean fáciles.
En el caso de los niños migrantes, no sólo aterrizan en un entorno desconocido y con escasas herramientas para un arraigo rápido, sino que también han de descubrir y asumir formas de ser extrañas, hasta ahora, en su entorno, dice Jaume Funes, Profesor de Psicología Social de la Universidad Ramon Llullen, de Barcelona, España, en el portal Aula intercultural.
Para que se produzcan fusiones culturales y aparezca una nueva forma de vida como consecuencia de ello, debe ocurrir un proceso que lleva mucho tiempo.
A lo largo de la historia de la humanidad lo hemos visto.
El viejo dicho popular “al lugar que fueres has lo que vieres”, podría haberse fundado en el hecho de que el entorno obliga a readecuar las formas de vida.
Sin embargo, al fin y al cabo es una fusión lo que se produce. Una cultura enriquece a la otra.
Por ejemplo, “lo más rico de la migración es que nos permite ver y validar otras formas de vida que quizás no son tan habituales para nosotros y al hacerlo se nos despierta un interés genuino por otra cultura”, explica Cindy.
Además, se estimula el sentido de solidaridad. “Si me hace falta algo y otra persona me lo cede, en otro momento yo seré solidaria con otro de la misma manera”, es la óptica de esta socióloga.
“Las migraciones en general se dan por búsqueda de oportunidades, pero hoy la mayor parte de ellas se hacen por situaciones de vulnerabilidad” dice el sociólogo Adrián Portugués.
Este especialista asegura que “la globalización facilita el intercambio de culturas, pero en general esto ocurre en el ámbito de los productos de consumo, mientras que los rasgos de identidad no se cambian tan fácilmente.
Por ejemplo, si no tenemos hábito de ser puntuales, no lo seremos solo porque nos lleguen migrantes que así son”, asegura Adrián.
El tema es muy amplio y al abordarlo hoy solo alimentamos la esperanza de que cada persona piense en las migraciones desde su ámbito de acción, y en como contribuir a que las mismas den los mejores resultados tanto para las personas migrantes como para los países receptores.
Carmen Juncos
Editora Jefa y Directora de proyectos