No me hable de fútbol
Luis Alberto Muñoz [email protected] | Viernes 25 septiembre, 2009
No me hable de fútbol
Los mediocres resultados de la Selección Nacional están llevando a más costarricenses a sentirse identificados con el título de esta columna.
Pese a la desilusión, debemos ser sinceros, los problemas del fútbol son un reflejo de la mala cultura de competitividad de nuestra sociedad.
Esas deficiencias que hoy le achacamos al equipo nacional están claramente reflejadas en el ambiente para hacer negocios en el país.
Es decir, el nivel del fútbol en Costa Rica es simplemente consecuente con la calidad de las carreteras, servicios públicos y privados, educación, transporte, condiciones de vida.
Estos factores no pueden calificarse como pésimos, pero tampoco de excelencia.
Entonces, es pretencioso querer competir en fútbol contra Alemania u otras potencias, donde el transporte público es impecable, las carreteras son de máxima calidad, el gobierno y la economía eficientes.
Tenemos que despertar de este sueño, y darnos cuenta de que según el esfuerzo así será el resultado.
Para empezar, antes de pensar en Mundiales debemos ser capaces de ganar una Copa Oro, hacer un papel destacable en una Copa Confederaciones, y luego se puede aspirar a un mundial sin hacer un papelón.
Antes de desear la gloria y fama, hay que pensar cómo ser más competitivos, desde una perspectiva más científica y no especulativa como en la que vivimos en la actualidad.
Uno de los grandes problemas es la organización. Este concepto aún no es apreciado en el país, donde abunda la anarquía.
Al igual que en la política, tendemos a pensar que una persona por arte de magia cambiará todo lo que estamos haciendo mal, de la noche a la mañana, y sin necesidad de esfuerzo.
Por el contrario, debemos entender que para un mejoramiento continuo es necesario fortalecer la institucionalidad, es decir, una estructura, un orden que permita trabajar de una forma consistente, sistemática y metódica.
Se debe pensar en el trabajo colectivo, en los procesos, no en lo individual.
A simple vista, con solo tratar de hacer un trámite en este país, hay que pasar por un ejército de burócratas que han acumulado poder y son dueños de permisos, certificaciones, aprobaciones, cuanto papel sea necesario para entorpecer a las personas que quieren hacer algo.
El resultado de lo anterior es una cultura de entrabamientos, que ya se desborda en las canchas.
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