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Nuevos horizontes en la papa

Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 05 septiembre, 2013


Las políticas del Estado se articulan a tono con la influencia de corrientes de pensamiento ajenas a los preceptos constitucionales


De cal y de arena

Nuevos horizontes en la papa

No tiene las dimensiones económicas ni la proyección social propias de la agricultura del café, del banano o de la caña de azúcar. Tampoco dispone del armazón institucional de soporte que provee asistencia técnica y amplia investigación. Lo que son el Instituto Costarricense del Café, la Corporación Bananera Nacional y la Liga Agrícola e Industrial de la Caña, no se encuentran en los ámbitos de la agricultura de la papa.
Sí comparten las características propias de algo fundamental de la dieta nacional, eslabones todos imprescindibles de la cadena de la reserva alimentaria nacional que tan merecidamente debe defender el país.
Ojalá la agricultura de la papa tuviera el soporte técnico de avanzada que proveen ICAFE, CORBANA y LAICA. Cuenta, sí, con la coadyuvancia del Instituto de Investigación en Transferencia de Tecnología Agropecuaria (INTA) que, a pesar de la presencia de personal técnico provisto de buen ánimo, padece de las limitaciones propias de la frondosidad burocrática del Estado.
Lo que le falta, se lo está proveyendo una alianza con la Cámara de Productores de Papa. Experiencia, recursos, empuje y sobre todo la presión que le imprime el empresario que sabe que se hunde si no hace bien las cosas.
Esa forja de voluntades se da, también, en momentos en que la agricultura de la papa (como otros ítems del mundo agrícola) sufre los embates de quienes promueven fementidos cambios estructurales (aperturas del mercado), divorciados de la realidad nacional y del interés de preservar la seguridad alimentaria que ayudan a proveer empresarios agrícolas de todo tamaño y vocación, con indiscutible impacto en la estructura social del país.
En las faldas del volcán Irazú se trabaja en laboratorio con 30 clones de calificada calidad traídos del Centro Internacional de la Papa, en Perú, adaptables a nuestras condiciones y resistentes al ataque de las fitóctoras, tan dañinas.
Se confía en que dos o tres clones puedan ser liberados como variedades adaptadas a este medio y para consumo de mesa e industrial. Será el fruto de un esfuerzo mancomunado que debió llegar más antes, tras los efectos de una atropellada apertura de fronteras que no se ha caracterizado por aparejar ventajosas ofertas de mercado para el consumidor doméstico. 3.700 Ha. de papa se cultivaban años atrás; hoy son 2.600 Ha.; de afuera nos invaden 13 mil TM. al año.
Es una realidad que impone retos a una actividad bordeada por el efecto de un mercado de insumos plagado de manipulaciones de precios y de gravosos costos de los servicios públicos, sin subestimar la adversidad que significa una topografía marcadamente quebrada.
Es una realidad difícil, más dificultosa aún cuando las políticas del Estado se articulan a tono con la influencia de corrientes de pensamiento ajenas a los preceptos constitucionales que mandan al Estado ocuparse de proveer el bienestar de los habitantes, organizando y estimulando la producción.
 

Álvaro Madrigal

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