Números divergentes, desvelos similares
Alvaro Madrigal [email protected] | Jueves 14 mayo, 2015
El disenso de mayor bulto lo provoca la idea de incrementar la carga tributaria
De cal y de arena
Números divergentes, desvelos similares
Las cifras difieren, las causas también; los correctivos tampoco son contestes en el abordaje que hacen del déficit fiscal el gobierno central, las representaciones parlamentarias, los sindicatos y las cámaras empresariales. Se acepta la estimación de un déficit del 5,7% del PIB, lo que el presidente Solís celebra como reflejo de la más reducida tasa de expansión del gasto en los últimos seis años, en particular en los meses en que el gobierno ha estado bajo su dirección.
Pero los críticos acusan una expansión del gasto en 2014 del 9,3%, más del doble que en 2011, y que en el primer trimestre de 2015 los gastos (sin los rubros de inversión pública e intereses) crecieron más que el promedio de los últimos cuatro años, lo que situó el hueco fiscal en ¢441.000 millones, 9% más que en el primer trimestre de 2014.
En su Memoria Anual 2014, la Contraloría General de la República, un órgano libre de contaminación política, critica el nivel del gasto de gobierno y se refiere a la necesidad de correctivos por el lado del gasto y del ingreso dejando en claro que las iniciativas adelantadas por el gobierno a este respecto “son insuficientes” y que resta mucho por hacer para depurar los vicios que se anidan en los tres rubros críticos disparadores del gasto público: las remuneraciones, las transferencias directas y la deuda pública, respecto a lo cual advierte que debe hacerse un análisis cuidadoso de los salarios del sector público, las subvenciones y las exoneraciones.
Según la CGR el déficit fiscal resulta del “descontrol del gasto público”, con desdeñoso trato al endeudamiento (la deuda pública ya llegó al 39,3% del PIB y un 4% del gasto corriente está financiándose con deuda, lo que violenta la Ley de Administración Financiera) y al racional uso de los fondos públicos: nada menos que la bicoca de ¢307.000 millones presupuestados en 2014 no fueron ejecutados. ¡Vaya despelote!
Al presidente Solís le preocupan los efectos del desequilibrio fiscal en el lento crecimiento de la economía (3,7% del PIB), en el retraimiento de la inversión, en los índices de desocupación (9,66% desempleo abierto y 14,2% el subempleo) y en una tasa de pobreza que fustiga al 20% de las familias. Son los mismos rubros que provocan las advertencias de los sectores sociales, mas no las mismas medidas de saneamiento invocadas por unos y otros. El disenso de mayor bulto lo provoca la idea de incrementar la carga tributaria, punto que la oposición subordina a que de previo se comprima el gasto total, y donde los sindicatos demandan cirugía radical para la evasión y la elusión de los tributos (el 8% del PIB).
Ese desempleo, esa pobreza, esa anémica oferta de posibilidades para los desamparados también alimenta al crimen organizado y sirve las altas tasas de criminalidad presentes en ciertos puntos de nuestras ciudades.
Todo esto es parte del crítico entorno que presiona la necesidad de negociar acuerdos de amplia base entre el gobierno, la alianza parlamentaria de oposición y los movimientos sociales. No será tarea fácil ni tampoco es para esperar entendimientos de todos y respecto a todo. Pero si será el gran desafío para poner a buen recaudo la institucionalidad democrática.
Álvaro Madrigal
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