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¡Paredes rotas!

Iris Zamora [email protected] | Lunes 20 abril, 2015


El Dr. Juan G. Ortiz Guier traspasó las fronteras del edificio que alberga el Hospital Carlos Luis Valverde Vega, para crear su extraordinaria obra del Hospital Sin Paredes


¡Paredes rotas!

Celebramos con sincera alegría la decisión de la Asamblea Legislativa al declarar Benemérito de la Patria a otro ramonense más.
A esa generosa lista de ramonenses extraordinarios se suma el Dr. Juan Guillermo Ortiz Guier, que traspasó las fronteras del edificio que alberga el Hospital Carlos Luis Valverde Vega, para crear su extraordinaria obra del Hospital Sin Paredes.
No solo llevó salud a los lugares más retirados del área de influencia del Hospital, sino que promovió la participación ciudadana como ningún otro hecho histórico en la región de occidente.
El Dr. Ortiz promovió comités de salud, asociaciones de desarrollo comunal, comités de deportes, de cultura. Su visión integral y humanista de la salud fue vital para una población que tenía poco acceso, a esa nueva visión de la medicina familiar y comunal.
En cada rincón de Alfaro Ruiz, Palmares, Naranjo, Valverde Vega, o San Ramón, su voz se levantó en defensa del derecho a la salud para todas y para todos.
Lo recuerdo enorme, de niña. Una crisis de asma nos juntó para siempre. De adolescente me salvó de una cirugía que tenía programada, luego de permanecer una noche en el Hospital, me habían diagnosticado apendicitis.
Muy temprano trabajaba haciendo sus rondas, aun cuando era el Director Médico del Hospital. Me vio cuando me preparaban para la cirugía, al igual que a otros pacientes me pregunto qué pasaba “vas a ver, se te va a quitar el dolor, y estarás mejor”. Sus palabras aliviaban. Se retiraba y regresó sobre sus pasos, tomó un lapicero de su gabacha, me lo pasó por la planta del pie y le dijo a la enfermera: “Quiero más exámenes, esto no es apendicitis”. Él mismo ordenó algunos exámenes y esa es la razón por la que no tengo una horrible cicatriz en mi estómago.
Inspiró mi trabajo comunal, su entrega, su dedicación, su vocación eran auténticas. Pero los celos, la mezquindad parecen ser una realidad consustancial al ser humano. La política, siempre la política, esa, la baja y rastrera... “Lo pensionaron” y su Hospital Sin Paredes vio cómo la burocracia fue levantándolas de nuevo, ya los especialistas no volvieron “al campo”, pero mi pueblo nunca más fue el mismo.
Esa semilla de participación ciudadana había permeado a los más vulnerables. Aparecieron entonces, decenas de liderazgos nuevos, jóvenes, mujeres, agricultores, universitarios y emprendedores.
Años después incursionamos juntos en política y más tarde aun, nos juntábamos para leer poesía. El Dr. Arturo Robles viajaba desde San José y le traía su “flor de caña”, en medio de sus anécdotas disfrutábamos de esa versatilidad de un hombre que no fue común...
Un Benemérito más para la Patria. Un soñador, un trovador, un impulsador, un creador. Un médico de vocación. Transformó su osadía en salud para todas, para todos. Trasciende las paredes que le estorbaban en Salud. Hoy nos regocijamos en este reconocimiento que nos vuelve a poner de pie, frente a su obra, frente a él... ¡Salud, doc!

Iris Zamora

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