Pinceladas de un viaje
Arturo Jofré [email protected] | Viernes 19 diciembre, 2008
Arturo Jofré
Ningún viaje me ha impresionado tanto como el realizado hace ya varios años a los lugares más emblemáticos de la cristiandad, de alguna forma se produce un sismo en nuestro interior, al que naturalmente uno contribuye con sus propias expectativas. A fin de cuentas, los viajes siempre están determinados en gran parte por las motivaciones del viajero.
La vieja Jerusalén lo lleva a uno al pasado, con sus estructuras antiguas, gente con vestimenta tradicional, calles estrechas. Es por esas calles, dominadas por comerciantes de origen árabe, que uno recorre el vía crucis, donde apenas se distingue la señalización de las estaciones.
No hay que caminar mucho para llegar a la iglesia del Santo Sepulcro. Allí, sin dificultad alguna, se puede ingresar a un pequeño espacio: el edículo que contiene el Santo Sepulcro.
Para uno que viene de tan lejos, que desde la infancia está escuchando relatos bíblicos e historia de esos lugares, estar ahí es casi irreal. Pero también se siente soledad: no hay aglomeraciones, hay pequeños espacios para las iglesias del catolicismo tradicional, armenio y griego, cuyo común denominador es la escasez de monjes y de visitantes. Es imposible dejar de pensar en América Latina, donde la devoción es tan fuerte que estos lugares no podrían contener a las multitudes.
Todavía hay hechos que lo llevan a uno a la época del nacimiento de Jesús, como en el recorrido por el desierto del Sinaí, donde se pueden observar tribus de beduinos, una población de árabes musulmanes, enclavados en la aridez de esa zona. Me explican que se han ido haciendo cada vez más sedentarios y que se están incorporando a la educación y a la cultura de las ciudades. En unas cuantas generaciones esas pocas decenas de miles de beduinos ya no serán testimonio vivo de esas tierras bíblicas.
Visité casi todas las universidades y centros de investigación de Israel, pero al margen de lo académico, nada más impresionante que ver alzarse en medio de la aridez del desierto a la Universidad Ben Gurión. El rector explicaba que la misión de la universidad era el desarrollo de ese árido desierto y lo ha hecho en forma excelente. El desierto nos muestra sus dos dimensiones: la de los beduinos milenarios y el enorme potencial científico y tecnológico moderno.
También en Cesarea, donde los judíos ricos que no viven en Israel han construido sus grandes palacetes, hay testimonio casi intacto de construcciones romanas; lo mismo ocurre en Nazaret, donde se pueden apreciar restos de lo que fue la casa de María y José, de acuerdo con el testimonio que nos da el sacerdote a cargo del templo que tiene la figura de la Virgen María en las diversas formas con que se venera en distintos países.
Belén, Galilea, el lugar donde se indica que fue bautizado Cristo, son testimonios de hechos que cambiaron para siempre la historia de la humanidad. Es una Navidad más sencilla, más sólida, más espiritual, que se quedó para siempre y que sobrevivirá a todas las distorsiones.
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