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Policías y Maestros

Humberto Pacheco [email protected] | Martes 22 julio, 2008


TROTANDO MUNDOS
Policías y Maestros

Humberto Pacheco

Los descubrimientos de corrupción en la Fuerza Pública tienen escandalizados a muchos. Nadie parece poner mientes en que a los policías se les paga muy pero muy mal; se les equipa aún peor; no se les entrena adecuadamente y se pretende que salgan a la calle a arriesgar sus vidas ante una mafia cada vez más sofisticada y sanguinaria. Cuando enfrentan a los delincuentes, sí alguno de esos angelitos sale lastimado, se les envuelve en lentos procesos judiciales que se extienden ante la indiferencia general. Y sí cumpliendo con su deber muere un oficial, la póliza que lo respalda es irrisoria y la familia queda en la indigencia.
Cuando las cosas se hacen por razones dogmáticas generalmente salen mal. Los problemas que hemos ido generando el último medio siglo en control de criminalidad, dada esas aberraciones tan comunes en nuestro medio por las que se ha equiparado a la policía con un ejército, son ahora evidentes. Después de la Revolución del 48, tras la que sabiamente disolvimos el Ejército, el péndulo que caracteriza a los costarricenses se movió al otro extremo, dejando en un serio predicado la seguridad ciudadana.
Nuestro Padre, que participó activamente en la histórica decisión de abolir el ejército, tuvo luego que sufrir, como Ministro de Seguridad de don Pepe Figueres, los problemas que el Congreso le generó cuando fue encogiéndole el presupuesto porque cualquier inversión en equipos idóneos era tildada de militarización del país.
Pero el coup de grace se dio cuando, por culpa de un débil Presidente con miedo a enfrentar al Congreso, los de extrema izquierda hicieron su agosto desacreditando la Escuela Latinoamericana de Policía que los norteamericanos querían montar en nuestro país. Esta hubiera dotado de una exquisita preparación a nuestros policías (y probablemente de equipo) sin que con su presencia se hubiera creado ningún ejército.
Cuando leemos que la ayuda proveniente del Plan Mérida no alcanza y que la Ministro solicitará ayuda a España- porque esa es otra, sí no es con limosna no hacemos nada- vemos ese monumental gazapo retratado de cuerpo entero. De esta vez resolvámoslo bien.
Desde niño recuerdo decir que las dos aficiones costarricenses son la política y el fútbol. Pues bien, con la excepción del actual Presidente, que contra el viento y la marea de la ingobernabilidad ha hecho una buena faena, ambas aficiones nos han dejado mal. Esto nos obliga a enfocarnos en la educación cada vez mas deficiente que reciben nuestros jóvenes. No nos referimos a la administración del sistema escolar cuanto a la de la cuna de la educación, el hogar.
Los padres de hoy en día no disponen de tiempo para compartir con sus hijos, ni se quieren tomar el esfuerzo de educarlos. Sí no pueden enseñarles a comer bien, juzgando por lo que se ve en los restaurantes, ni a escribir bien, juzgando por las pruebas que hemos visto de abogados recién graduados que aspiran a un puesto, tanto menos van a poder enseñarles principios éticos, morales y religiosos.
La iglesia también se ha quedado atrás en la preparación de sus ministros, para que no se suba al púlpito un energúmeno dantiano ó un analfabeta, sino un consejero inspiracional que atraiga a los jóvenes e incentive a las familias a trabajar en esa dirección. Lo mismo puede decirse de los maestros, agrupados en sindicatos que lo que buscan es impulsar un gremio de pobreciticos carentes de mística pero cargados de beneficios, salvo por las honrosas excepciones de siempre.
Don Vicente Lachner y tantos otros ilustres educadores de antaño deben estar revolcándose en sus tumbas.

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