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Prima de riesgo (II parte)

Leiner Vargas [email protected] | Martes 17 abril, 2012



Reflexiones
Prima de riesgo (II parte)


La prima de riesgo país es el diferencial de tasas de interés que se debe pagar por la emisión de bonos de deuda entre países de una región.
Es posible preguntarse, ¿hasta qué punto un país puede resistir los embates de este ataque especulativo a su deuda? Es decir, ¿hasta qué punto un país es solvente para poder garantizar que podrá hacer frente a sus compromisos? y salir delante de los mismos, sin necesitar un rescate o una moratoria de pagos de su deuda.
Como toda deuda, la razón de pago es fundamental para conocer el punto de insolvencia, si el esfuerzo por pagar es superior a las posibilidades reales presupuestarias del Estado, el país se enfrenta a la no fácil decisión de llegar a un arreglo de pago, una moratoria o peor aún, una suspensión de pagos de su deuda.
Cuando esto sucede, como lo es en el caso de la economía griega, las consecuencias directas e indirectas del ajuste son tan fuertes como fuerte es la pérdida de confianza, credibilidad y por supuesto, el valor económico del país y de sus empresas y activos.
Las soluciones en ese punto son, vender barato los activos, ajustar bruscamente el presupuesto público y dado que no se puede devaluar, por la existencia de una moneda común, una disminución sustancial del empleo, un aumento en la pobreza y en la desigual económica.
Una salida más feliz es previo a la llegada al precipicio, el utilizar la política fiscal, aceptar una tasa impositiva mayor, un ajuste y reducción del déficit de forma escalonada y racional, una definición estratégica de la infraestructura y en general, un ajuste en los niveles de vida del sector privado, que garanticen un acople entre la deuda y la capacidad de pago del país.
Este tipo de acciones van muy en contra de los ciclos electorales o inclusive de los intereses partidarios o regionales, como lo es en el caso de España, por lo tanto, las reacciones y acciones tienden por el contrario a agudizar las contradicciones.
Una vez que la economía llega al borde del precipicio, la solución implica ponerse serios y atarse el cinturón. Medidas de ajuste fuertes en lo fiscal, pérdida de empleos y ajuste en las condiciones sociales, renegociación en los espacios políticos extrarregionales y sobre todo, decisiones estratégicas claras para no dejar de financiar lo esencial y mantener la senda del crecimiento de la economía.
Sin la política cambiaria como instrumento de ajuste, la salida unilateral a la crisis no tiene opción, se requiere el compromiso de la Unión Europea y particularmente de las economías grandes —Francia y Alemania— para avanzar hacia sistemas comunes de endeudamiento y esquemas concertados de gestión de las finanzas públicas.
La otra salida, si es que se le puede llamar así, es dejar hacer y dejar pasar, esperando que el golpe en la caída no sea tan fuerte.

Leiner Vargas Alfaro
[email protected]




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