Prohibido ser mujer
Natiuska Traña [email protected] | Jueves 26 agosto, 2021
En estos días tuve la oportunidad de escuchar la historia de una abogada, que comentaba sus inicios en la profesión, cuando en algunas firmas hace no mucho tiempo, tenían un rótulo en la pared que decía: “No aceptamos mujeres abogadas”.
Aunque a mí me sonó como salido de la época medieval y no de la Costa Rica del siglo XX, el tema si fue una realidad que se vivió en el país.
Gracias a las luchas que emprendieron muchas mujeres, de todos los colores políticos, de todas las clases sociales y de cualquier color de piel, es que después de la lucha de 26 años de la Liga Feminista, en 1949 las mujeres logran el derecho al voto y el de aspirar a puestos de elección popular en Costa Rica.
A pesar de este logro, que a mi parecer llegó más tarde de lo deseado, no me imagino una sociedad donde las mujeres no pudiéramos expresarnos y no pudiéramos tomar decisiones respecto al destino del país, de nuestra misma vida, históricamente y culturalmente vistas como un ciudadano de segunda categoría.
Pero bueno, para nosotras las “privilegiadas” que no tuvimos que vivir esas condiciones, resuena con tristeza la situación que viven al otro lado del mundo un grupo de mujeres, por las que casi que no podemos hacer nada, parece que hasta los derechos humanos les han dado la espalda.
En el mundo, las leyes, los tratados internacionales y la voluntaria aceptación de normas para la convivencia mutua son lo que hace que funcionemos como sociedad. ¿Pero qué pasa, cuando un grupo de hombres embrutecidos por la violencia y amparados en el “nombre de Dios” deciden someter a las mujeres a tratos inhumanos?
Los candidatos políticos y en general quienes ostentan posiciones de poder en Afganistán tienen muy poco interés en lograr cambios sociales en lo que se refiere a derechos de la mujer en su país. Aunque existen mujeres en puestos políticos y que desde el 2001 las mujeres pueden votar, su participación es casi nula y no se ha logrado el reconocimiento de sus derechos civiles.
Es lamentable ver como la religión se ha convertido en un impedimento para la modernidad, porque se le han dado características por encima de la ley, y esto hace imposible que se pueda llegar a un acuerdo sin caer en dogmas. Lo peor a mi criterio es que se ha permeado en la política y ha fomentado la aparición de ideologías y comportamientos radicales, justificado especialmente porque muchos se sienten amenazados por acciones del Occidente.
Probablemente no tengamos soluciones específicas para cambiar la forma en que un país decide vivir su soberanía. Aunque un tweet, una columna, un post de Facebook tranquilice nuestras conciencias y nos haga sentir que aportamos desde una sociedad más garantista o más segura de los derechos de las mujeres, muy poco aportamos a esas niñas y mujeres que no tienen libertad, porque viven el miedo más profundo en cada momento de sus vidas, incluso los que nosotros podemos considerar más intrascendentes.
Pareciera que solo desde la comunidad internacional, desde la tolerancia y los procedimientos establecidos es que se puede apoyar a éstas mujeres, para concientizar sobre sus derechos a nivel mundial. Se debe apoyar a las mujeres parlamentarias, a las que forman parte de consejos provinciales, para que no teman representar las ideas y el respeto a los derechos que han obtenido en los últimos 20 años. La Organización de las Naciones Unidas debe tener una participación vital, mediante procesos pacíficos que defiendan los derechos de las mujeres afganas, no se pueden dejar desamparadas ante las amenazas de los grupos radicalistas que por medio de las armas quieren justificar los actos más atroces basados en el “Sharia”.
Probablemente los suicidios y las muertes “en nombre de Dios”, pueden sonarnos a extremos que no vivimos en el Occidente… Pero no olvidemos que la afectación a otras minorías y las limitaciones a las libertades individuales en nombre de la religión, amenazan la objetividad con la que decidimos manejarnos como sociedad, ya bien lo dice la frase: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
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