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Lunes, 25 de noviembre de 2024



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¿Qué están dispuestos a dejar atrás, para no dejar a nadie atrás?

Luis Mastroeni [email protected] | Viernes 04 octubre, 2024


La semana pasada la cumbre más importante de la ONU durante el año nos dejó el lanzamiento del Pacto del Futuro. Hubo un profundo análisis de lo que ha venido sucediendo con la agenda 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y otros temas que desde el año 2000, con la aparición de los objetivos del milenio, el mundo se ha propuesto para como dice uno de los lemas “no dejar a nadie atrás” y lograr un desarrollo que tenga viabilidad en el largo plazo.

A pesar de que los capítulos en los que se divide el Pacto del Futuro son ambiciosos y dan esperanza, siguen apostando por resolver retos que, hoy en día, siguen sin mucho avance y no se logra llegar a acuerdos contundentes.

Si hablamos de los ODS, un informe de la ONU del 2023 decía que el avance de las metas apenas está en un 15%. El proceso es lento, más lento de lo esperado. Ojalá que el Pacto que se ha conocido en la ONU en este mes de setiembre le agregue un poco de velocidad a las metas para que las cosas sucedan.

El Pacto del Futuro podemos decir que es un nuevo acuerdo mundial (fue aprobado por la mayoría de los países, aunque no por el 100%) para que la humanidad avance y supere sus retos más relevantes y con esto, que la vida sea posible en el futuro, de forma digna y próspera.

El Pacto contiene cinco capítulos: Desarrollo sostenible y financiación del desarrollo; paz y seguridad internacionales; ciencia, tecnología e innovación y cooperación digital; juventud y generaciones futuras y transformación de la gobernanza mundial.

Cada uno tiene una serie de acciones puntuales, pero me gustaría referirme a las doce acciones del capítulo uno: Desarrollo sostenible y financiación del desarrollo. Las acciones proponen algo parecido a las 169 metas de los ODS y piden avanzar en ellas para lograr el desarrollo que todos queremos.

Sin embargo, cuando uno lee esas acciones parece que hay un disco rayado que sigue sonando y no para. Volvemos a lo mismo. Todos sabemos que hay que disminuir el calentamiento global, que hay que erradicar el hambre y la pobreza, que la biodiversidad en un sano equilibrio es lo que nos permitirá seguir conservando la vida, etc. Mucha creatividad en los nombres, pero pocas decisiones que hagan que las cosas pasen.

Está muy bien trazarse metas y hacer planes. Pero algo debe avanzar. Si bien es cierto desde hace varias décadas la humanidad ha demostrado que puede luchar contra los grandes peligros que la acechan, lo cierto es que no terminamos de ponernos de acuerdo en lo fundamental: ¿qué estamos dispuestos a sacrificar para que se produzca una verdadera transformación?

Debemos aprender de las empresas que se gestionan sosteniblemente para responder a esta pregunta. Las organizaciones que han iniciado su camino hacia el desarrollo sostenible han tenido que tomar decisiones complicadas para ser coherentes con su propósito.

No se puede tener todo. Las ganancias crecientes de forma ilimitada no son compatibles con un desarrollo equilibrado. Un ser vivo no puede crecer ilimitadamente, pues en algún momento colapsa y muere. Si dependemos de un entorno finito para poder operar como empresas, debemos ajustarnos a esa realidad.

¿Se puede hacer esa inversión que traerá miles de millones en ganancias?, claro, pero a costa de desaparecer un manglar o un bosque. Y ahí una empresa seria, sacrificará la ganancia por la conservación de un ambiente sano que le permitirá seguir operando.

Esas decisiones son las que no vemos que tomen los gobiernos de los países. ¿Qué están dispuestos a dejar atrás, para que nadie se quede atrás?

Tienen la palabra los líderes mundiales y tenemos la palabra quienes tratamos de dejar un mundo mejor del que encontramos.

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