¡Queremos trabajo, una economía creciente, oportunidades!
Emilio Bruce [email protected] | Viernes 01 octubre, 2021
Sinceramente
¿Qué angustia hay mayor para un padre que aquella derivada de haber perdido el trabajo y ver a sus hijos y dependientes sufrir hambre y necesidades? ¿Cuál tensión mayor para una madre que el llanto de sus hijos producto del hambre que no puede saciarles porque no hay ingresos? El principal problema del país es la falta de trabajo. Este enorme problema es derivado a su vez de la contracción de la economía y la escalada de impuestos y trámites. Esta abrumadora escalada de impuestos ahoga al sector productivo y agobia a los consumidores.
Las empresas privadas y los trabajadores a través de su producción, su inversión y el consumo mantienen al estado. El estado no lo ha entendido y lejos de cuidarlos los aplasta con trámites, exigencias, controles e impuestos.
Los trabajadores del estado y sus instituciones tienen su puesto y su salario garantizados. Los funcionarios del estado tienen salarios más altos que los del sector privado y además la seguridad de que no serán removidos de su institución o ministerio. Mejores salarios y seguridad los hace más seguros del futuro. ¿Cuántos empleados públicos han sido despedidos?
Los empleados del sector privado han sufrido frontalmente el impacto del cierre de unas 53 mil pymes y la reducción de plazas producto de la contracción económica que vive el país. Cerca de medio millón de personas provenientes del sector privado están desempleadas y en sus cocinas no hay alimentos para saciar el hambre de sus familias.
Ningún elemento genera más angustia ni más contracción en el gasto o en el consumo que la sombría expectativa de que quizás en unos días o unas pocas semanas la empresa familiar tenga que cerrar sus puertas o la empresa para la que se trabaja y que vende mucho menos hoy que ayer se vea forzada a despedir a parte o a todo su personal.
La contracción del consumo ante esa incertidumbre genera un círculo vicioso en el que ante la reducción del consumo se reduce el empleo y ante esa reducción se contrae aún más el consumo generando más pérdida del empleo. La solución es sencilla, la confianza en el futuro debe de ser restablecida y estímulos a la inversión y al emprendimiento que produzcan el círculo virtuoso en el que la gente consume más ante la expectativa de mejores tiempos y eso estimula el empleo que genera aún más demanda y más trabajo.
Ningún empresario amplía su inversión si es blanco de agresión de palabra o legal, persecución fiscal o de las instituciones en las que debe de cotizar cargas sociales. Confianza, mecanismos puente para que las personas puedan volver a empadronarse, financiamiento de las deudas sostenidas hasta que mejores tiempos lleguen son urgentes. Confianza, en los gobernantes, en su esfuerzo, en el futuro y optimismo en la sociedad es lo que mueve la producción, la inversión y el consumo.
Nada es más cobarde ni más dado a la fuga que el dólar ahorrado por razones de seguridad por los costarricenses. Si se amenaza dicha seguridad, la tranquilidad o el modelo de producción, las gentes sacan sus ahorros del país con urgencia. Nunca jamás se amenaza a quienes generan la producción, el empleo y el pago de los impuestos. Sin empresas no hay empleo, no hay salarios, no hay consumo y no hay impuestos recaudados. Aun así, las empresas y los empresarios son amenazados y se les califica de manera continua de defraudadores y explotadores.
Cada vez que se agrega un control más las gentes se sienten abrumadas por el efecto acumulativo, cada vez que se agrega otro impuesto las personas se sienten aplastadas porque uno más significa uno más en exceso. Todos sienten que ya no hay oportunidades en el país.
Cuando la economía no crece y se reduce el número de productores y emprendedores, todos los trabajadores del sector privado sienten que pronto ellos perderán su trabajo. Cuando reina un clima de pesimismo y de temor nadie compra propiedades, emprende nuevos negocios, ni amplía el ya establecido.
Las brechas salariales son profundas, la desconfianza y el pesimismo es palpable, la igualdad de oportunidades se ha borrado de manera cruel para los más débiles. ¿Quién va a estudiar algo más ante la expectativa de perder el trabajo? ¿Quién va a endeudarse para abrir una pyme ante la realidad de que miles y miles se han cerrado dejando a sus propietarios con deudas que hacen peligrar su casa y los estudios de los hijos de la familia?
Sin empresas no hay empleo. Sin empleo no hay consumo. Sin consumo no hay trabajo y no hay generación de impuestos. La supervivencia del estado depende en consecuencia de las empresas y de los trabajadores del sector privado. Ya es hora de que los políticos lo entiendan y en plena campaña electoral expliquen a todos cómo van a estimular ese crecimiento económico, ese aumento del empleo y ese renacer de las oportunidades.
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