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Se cayó… ¿Y qué?

Natiuska Traña [email protected] | Miércoles 25 julio, 2018


Se cayó… ¿Y qué?

Hoy escribo con un té matcha, que supone la misma energía que el café pero las propiedades del té verde contra el cáncer y el estrés; lo bueno es que ya no hay que estar en Japón para probarlo y su color verde intenso le puede cambiar la mañana.

No hace mucho me caí en la Sabana, cuando estaba preparándome para la maratón de Chicago del octubre pasado, al final no pude ir.

Venía escuchando alguna de las canciones de mi lista de #Spotify “Run Forrest Run”, haciendo caso omiso de los consejos de mi entrenador, que siempre decía, que no tengo que correr con audífonos, porque esto no permite que uno se concentre en sus latidos, ni escuchar el sonido ambiente y tratar de mantenerse lo más alerta posible.

Yo no sé si todos han tenido la experiencia de correr en la Sabana y específicamente en los alrededores del lago. Ahí uno "consigomismo" empieza a desconectarse de la rutina, aunque sea por unos minutos y empiezan los monólogos mentales más interesantes, si no se fija bien puede tropezarse como me pasó y ojo aquí la cosa.

Cuando uno se cae, además de que se siente ridículo y unas cuantas personas se van a reír, se da cuenta que el problema no es caerse, sino saber cómo se va a aterrizar. En esos segundos de amargura antes de tocar el suelo y que la vida le pase por los ojos uno se da cuenta que todos los días sale el sol, que a veces es cómodo poner de excusa una crisis para justificar cualquier incompetencia, que no hay que creer que es el fin del mundo porque quedó Trump, que no hay tal fin del mundo que decían los mayas, que celebrar el día de San Valentín no es amor, que el reggaeton no es música y que ser políticamente correcto no sirve para nada.

Pero sí me quedó muy claro, que a veces sentimos más lo amargo que lo dulce, que son más reales las camisetas con las faldas por fuera y las minifaldas, que los trajes sastre, que hay que tirarse a la piscina sin ver qué tan profunda es; que cuando la gente está borracha y enamorada no lo puede ocultar y se hace más daño cuando cree que puede hacerlo; que el mejor vino es el que se toma del pico de la botella y que nada haríamos en esta vida sin las historias de amor, que a veces terminan siendo historias de amor jodidas.

Después de la caída, me levanté sin que nadie me viera, pasé al súper y me compré una bebida hidratante y bueno, ahora corro más veces sin audífonos, trato de no meterme en el zacate mojado y de no pegar contra raíces de árboles, al final si uno se cae no pasa nada, lo importante es saber levantarse. Si alguien se rio de usted, siéntase bien, por lo menos le alegró a alguien el día.

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