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Sinceramente

Emilio Bruce [email protected] | Viernes 15 septiembre, 2023


Ilusiones, promesas, imposibilidades y mentiras

Cuando los políticos se proponen mejorar lo que ellos perciben como errado, omiso, incompleto o abiertamente malo viven las ilusiones de poder enderezar al país, a sus instituciones, a sus gentes, al futuro previsible y diseñar las cosas de acuerdo a sus mejores intenciones y deseos de manera inmediata.

Creo que todos los que nos hemos planteado la problemática del país hemos sentido la ilusión de ver corregidos los entuertos que hemos vivido y seguimos viviendo. Toda persona decente y socialmente sensible siente esa sensación de ver corregido lo malo y transformado en bien.

Cuando entramos en el contacto con las gentes y escuchamos y vivimos los problemas, las carencias, las miserias, el dolor humano, las faltas de educación y destrezas que son barrera a la superación de los pueblos, comenzamos a vivir la complejidad de los problemas del país.

Estos problemas se presentan siempre simplificados para quienes los estudian, pero se observan como un abigarrado y muy complejo sistema de dificultades interrelacionadas y multiplicadas para los habitantes de una comunidad o de una provincia o del país mismo.

No es lo mismo observar el problema de crecimiento de la economía de Costa Rica que adentrarse en los problemas de supervivencia económica de quienes tienen años de carecer de un trabajo formal. Dista mucho buscar soluciones globales para la salud de Costa Rica y para el funcionamiento correcto y humano de la CCSS de la problemática que viven las personas que perdieron sus trabajos y han pasado años sin ingreso ni seguro, que se enferman sus hijos o ellos mismos y la CCSS no los atiende cobrándoles porque no tienen salarios reportados. La economía es en una importante proporción informal y ¿estos informales que son costarricenses no se enferman? ¿Dónde está la solución? ¿Está en el seguro de estado?

Entonces las gentes comienzan a cuestionarse para qué sirven las instituciones sociales si cuando se necesitan con urgencia perciben que quedan abandonados. ¿Cómo se preguntan, yo que coticé por años, pierdo el trabajo en una crisis, me atienden, pero me cobran sumas que no puedo pagar? ¿Cómo las instituciones solo funcionan en un estado de bonanza y de normalidad?

Y la alimentación de los desempleados y de los que viven en miseria nos salta a la vista al ver el hambre y la desesperación de los padres por la imposibilidad de saciar el hambre de sus hijos y acallar el llanto de los pequeños con hambre.

Y sentir cómo con pensiones de 180 mil colones al mes, personas que no estuvieron en el régimen contributivo, agonizan lentamente en el mar de miseria mientras otros con conexiones, posibilidades y que disfrutaron de altas posiciones en universidades y en las instituciones del estado derivan pensiones de muchos millones al mes.

Y al visitar las barriadas marginales como les dicen ahora a los hacinamientos de pobreza extrema se observan, pisos de tierra, falta de agua potable, electricidad robada, paredes y techos de hierro y miseria sobre miseria en la que sufren miles y miles de costarricenses. Pareciera que son bombas de tiempo ya sin espoleta.

Allí en ese caldo de desesperación y de soluciones urgentes surgen las promesas. Haremos eso y lo otro. Normalizaremos las pensiones altas y las misérrimas. La CCSS prestará servicio a quienes están sin atención. Las colas desaparecerán. Las salas de operaciones funcionarán de acuerdo a la urgencia de la enfermedad no al paso de la burocracia y la conveniencia de algunos. Promesas surgen, promesas y promesas afloran los pensamientos y los labios de quienes se abocan a estudiar y a buscar soluciones a los enormes y urgentes problemas de los costarricenses.

Muchas veces las promesas sin analizar se transforman en imposibles. El marco legal de Costa Rica con sus formalidades, con sus instituciones, con los tratados internacionales que son supraconstitucionales y le han disminuido al país su independencia y soberanía para decidir su destino, la economía del país, la ignorancia de las gentes, el endeudamiento global del estado, la incapacidad material y la incapacidad intelectual de muchos que están allí para atender los problemas pero que no son los indicados, se constituyen en barreras o en abismos imposibles de salvar.

La angustia por un lado y la ignorancia por otro hacen que quienes han estado apelando al sentimiento y no conduciéndose por la razón incurran en sus promesas imposibles.

Es más fácil destapar problemas, encontrar chivos expiatorios, crear polarización social o echarle la culpa al pasado, que hablar las durezas que muchas veces se quieren ocultar. Allí surgen las frases como la plata alcanzaría si no se la robaran, ¿pero entonces la gente se pregunta están robando mucho las autoridades presentes que tampoco hoy alcanza la plata? Allí como quien no quiere la cosa comienzan las mentiras. Las mentiras llevan a los grandes compromisos insolubles. Los compromisos insolubles conducen a los países a tensiones y a violencias. Las violencias y las tensiones al desmantelamiento del sistema de legalidad y a la imposición de la voluntad de “un líder”, a la sustitución de la división de poderes, a la sustitución de la constitución y los tribunales constitucionales por lo que quien “manda” así lo dispone.

Mejor hablar claro una vez, mejor describir la crudeza de lo que vive Costa Rica, mejor pedir la colaboración de todos aun de los adversarios que ahondarse en el desarrollo de un imaginario social que no es más que eso y que llevará a la sociedad a la confrontación indeseada por todos.

Hay que volver a la veracidad, hay que retomar el diálogo, hay que rehacer los puentes, hay que apagar los incendios, hay que construir el nido común de los costarricenses, hay que invocar a nuestros mejores valores, a nuestra razón, a nuestra prudencia y trabajar noche y día.

El pleito, el insulto, la descalificación, la confrontación permanente como distractor social finalmente serán comprendidas como lo que son: ¡nada y a nada conducen! La desilusión, el sentimiento de engaño, la frustración, el tiempo perdido, los odios traerán consecuencias imprevisibles. Todavía podemos ganar altura. Todavía podemos sanar heridas y armar soluciones.


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