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COLUMNISTAS


Sobre endeudamiento y adónde nos lleva

Carlos Camacho [email protected] | Martes 29 octubre, 2019


El gobierno de la República se preocupa y manifiesta acciones para tratar de procurar el salvamento financiero de las personas cuyo endeudamiento es excesivo, en múltiplos del ingreso personal y familiar.

El Gobierno plantea tres grandes acciones para atender tan angustiante situación para los núcleos familiares:

1) La reestructuración financiera a largo plazo de los actuales niveles de endeudamiento,

2) la puesta en marcha de un programa de educación financiera para evitar que estas personas y familias vuelvan a caer en dicho nivel de sobre endeudamiento, y, por último,

3) la creación de una central de información crediticia que permita a los oferentes de facilidades crediticias conocer que aquel sujeto se ha comprometido a no volver a caer en condiciones de compromiso a su ingreso disponible.

El sobre endeudamiento además de generar gran angustia, genera pérdida de confianza del consumidor, con las consecuencias recesivas que ya de por sí conlleva esta condición. Nos parece que en tesis de principio hasta suena bien solventar esta realidad nacional que se ha convertido en un síndrome con una serie de síntomas que han desmejorado la condición del ser costarricense.

El Fondo Monetario Internacional en una alarmante publicación, hace notar los altos niveles de endeudamiento de las empresas a nivel de América Latina, donde Costa Rica no es la excepción. Este sobre endeudamiento desmejora la capacidad del crecimiento sano de las finanzas empresariales y, por tanto, reduce de forma significativa los niveles de inversión, creación de nueva riqueza, empleo y redunda en una baja en los niveles de confianza de las empresas y empresarios respecto de sus expectativas sobre la dinámica económica. Este fenómeno tiene como consecuencia también efectos recesivos peligrosos y de mayor impacto inclusive que el de la pérdida de confianza de los consumidores. Tiene un efecto multiplicador sobre la expectativa de las empresas, que, al tener una tendencia a la desmejora, como se encuentra hoy, provoca destrucción de riqueza, desempleo y postergación de la inversión nueva, o distracción de ésta a países más competitivos que Costa Rica.

A nivel del sector gubernamental la situación no es nada mejor. Desgraciadamente, nuestra recientemente aprobada Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas ha sido violentada de manera flagrante por las autoridades del Poder Ejecutivo. Quienes proponen evitar las condiciones de endeudamiento de las personas, pasan de lejos, como que no es con ellos, la urgencia de solucionar o proponer medios de sanación de las finanzas empresariales.

Finanzas que a su vez se ven azotadas por las nuevas cargas fiscales, que se lograron pactar como resultado de un programa de rehabilitación del Gobierno – todas las últimas diez administraciones – mediante la regla fiscal. El equivalente al programa de educación del consumidor para que financieramente rehabilitado evite caer en condición igual o empeorada.

Romper la regla fiscal con diversos sectores según los últimos acuerdos del Poder Ejecutivo, simplemente al más puro estilo de los narcodependientes y los ludópatas, que desean seguir gastando como si no fueran parte integral del país enfermo, es romper el pago de buenas intenciones que nos daba la regla fiscal, en la que ya no podemos creer más. Tratan de abstraerse de la condición de orden solidario que obliga la situación, en la que los sectores productivos estuvimos dispuestos a aceptar la imposición de cargas.

De la reforma fiscal lo que ha quedado es la mancha de sangre de una reforma tributaria. Lo que empezó siendo un pacto de parte y parte, se convirtió en un escenario en el que el sector privado y trabajadores asumen unas cargas impositivas directas e indirectas nuevas, que pagamos – al menos nominalmente – todos. Mientras que a otros les siguen otorgando privilegios odiosos para engordar a esas grandes minorías de siempre, junto con una Administración Tributaria que no ha hecho lo propio por iniciar acciones con el arsenal con que cuenta – incluso en exceso – contra los que siempre se burlan del deber constitucional de contribuir.

Hemos perdido la regla fiscal y una dama de hierro en la gestión de la reforma fiscal, vilmente utilizada por los orquestadores de este plan macabro para engañar a propios y extraños. El informe de la Contraloría General de la República es una cortina de humo elegante que no se merecía doña Rocío Aguilar, ahora exministra de Hacienda., que “coincide” oportunamente con el irresponsable proceso de negociación de la Presidencia de la Repúblico con sus compadres y patrones de las universidades, que generan la más escandalosa y flagrante violación para siempre jamás del engaño vendido como la regla fiscal.

No se ha caído en cuenta que, de no alcanzar los fondos de los impuestos para financiar las gollerías incrementadas, habrá que seguir endeudando al país.

¡Ah! ¡por cierto! Los fondos para financiar a las personas sobre endeudadas saldrán de las finanzas de todos, los que entienden y los que no quieren aceptar esta trama escandalosa. El Presidente de la República da una directriz a los bancos del Estado para que financien a los consumidores sobre endeudados; pero no se dice quién pagara las pérdidas que esto generará. Se los diré claramente: todos nosotros. Muy particularmente los actores del sector productivo, para quienes el plan de reactivación económica fue una mentira más que ya no llegará.

Los recursos de los bancos del Estado serán financiados de manera directa por el sector productivo ya de por sí endeudado, con tasas de interés más altas que será la forma de poder dar contenido al primer programa de loable rescate de las personas.

El destino del endeudamiento del ahorro nacional es: primero el seguir comprando títulos de deuda interna, externa y cualquier otro medio de absorción que use el gobierno de la República para financiar el predecible creciente déficit incremental. De manera marginal y residual el rescate de las personas que están altamente endeudadas, financiando no solo sus deudas sino el sostenimiento de sus otros dos encomiables pilares de gestión.

¿Como saldremos adelante en estas condiciones? Creo que tenemos derecho a una respuesta. Esta fábula es peligrosa y genera efectos irreparables especialmente en el tejido productivo y las calificaciones de riesgo que solo empeoraran el asunto aquí descrito. ¿Qué dirán los señores rectores de las Universidades? ¿Qué dirá el Poder Ejecutivo, cuando un tercero – revisión de pares por ejemplo – plantee el asunto de cuales son las medidas de remediación de estas condiciones fiscales?

Mientras tanto, ¡alerta buenos contribuyentes! Sabemos por dónde van a llegar los esfuerzos de apretar, no lo dudemos. Estemos listos para la intifada de la Administración contra quienes le queda cómodo llegarles, exigirles y fiscalizarles. ¡Sí! Una vez más siempre los mismos.

Carlos Camacho Córdoba

Socio Director Grupo Camacho Internacional

[email protected]



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