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Stiglitz y el tercer pilar: la economía social

Ennio Rodríguez [email protected] | Martes 13 marzo, 2018


Stiglitz y el tercer pilar: la economía social

El profesor Joseph Stiglitz ganó su Premio Nobel en Economía a raíz de sus estudios sobre las asimetrías de información en poder de los agentes económicos, las cuales son incompatibles con los resultados óptimos de los mercados como pretenden economistas más ortodoxos. Los mercados han fallado, pero, para Stiglitz, la solución no es simplemente intervenciones públicas, por cuanto los estados también han fallado. No hay soluciones simples en el mundo real.

Para Stiglitz, otra falla de los mercados, pero también de las políticas públicas implementadas en las últimas tres décadas, ha sido la creciente concentración del ingreso y el deterioro de las clases medias, particularmente en EE.UU., donde incluso han sufrido un descenso en la esperanza de vida y el aumento de la drogadicción, cuyo efecto se ha expresado políticamente en las últimas elecciones. Otro factor, agregaría yo, que ha incidido sobre el efecto negativo sobre las clases medias, es la IV revolución tecnológica y la creciente automatización de las tareas repetitivas o previsibles mediante los robots y la inteligencia artificial. Este factor tecnológico, que Schumpeter denominó la capacidad para la destrucción creativa del capitalismo, ha significado nuevas profesiones y destrezas en amplia demanda, pero la destrucción de muchos empleos, particularmente en el sector de manufacturas y, más recientemente, en el de servicios también, lo cual ha devastado particularmente las condiciones de vida de los obreros de las manufacturas. Este fenómeno económico tampoco ha sido compensado de manera satisfactoria con políticas públicas que promuevan y permitan, por ejemplo, el reentrenamiento de la fuerza laboral.

Ante las fallas de los mercados y de los estados, y para ofrecer alternativas a los procesos de concentración del ingreso, Stiglitz propone un tercer pilar: la economía social, particularmente las cooperativas. Es un pilar complementario a las empresas privadas y a los sectores públicos. Su virtud principal es que pueden lograr simultáneamente la eficiencia empresarial con la equidad en la distribución de los beneficios. La propiedad democrática de las cooperativas significa que la distribución de excedentes se hace de manera igual para cada asociado, en contraste con el mecanismo de distribución proporcional al aporte de capital de las sociedades anónimas y otras formas de empresas capitalistas.

Costa Rica tiene experiencias muy exitosas de cooperativas que han permitido y promovido el cambio tecnológico y la modernización de sus asociados, quienes pueden ser, a su vez, productores, así como las economías de escala en las fases industriales, tales como en los casos de la leche, el café, la carne y el azúcar. Los cantones con alta presencia de cooperativas muestran mejores indicadores de progreso social, que aquellos con los mismos sectores productivos, pero sin presencia de cooperativas. También existen experiencias exitosas en industrias complejas tal como Coopesa en aviación y las robustas cooperativas de ahorro y crédito. Otro caso de éxito de economía social son las mutuales de vivienda.

Bien podemos aprovechar el modelo cooperativo para muchos otros cultivos agropecuarios y desarrollar un mayor valor agregado con economías de escala y cambio tecnológico, para, de esta manera, elevar las condiciones de vida de muchos productores. Pero también aprovechar el modelo de organización empresarial cooperativo para generar los climas de innovación en la nueva economía, la cual se funda en la capacidad de innovar a partir de las nuevas tecnologías. El clima organizacional proclive a la innovación de trabajo en equipo, manejo de los conflictos y apoyo a la creatividad, pueden asociarse al modelo democrático de la propiedad cooperativa.

Las cooperativas son claves por su aporte a la eficiencia, a la distribución democrática de excedentes y su potencial de innovación. Para apoyar su desarrollo son necesarios cambios en las políticas públicas; particularmente, una separación entre las funciones de supervisión y las de fomento en el Infocoop, de tal manera que se elimine el conflicto estructural de interés; un mayor involucramiento del Sistema de Banca para el Desarrollo; y simplificar los trámites para la creación de empresas cooperativas, particularmente, con la reducción del número de miembros necesario para constituir una cooperativa de 20 en la actualidad a, por lo menos, cinco (algunos países europeos han reducido este número a dos o tres).

El profesor Stiglitz visitará Costa Rica para hablar de estos temas gracias a una colaboración del Cenecoop, la UCR, algunas cooperativas grandes y el Colegio de Ciencias Económicas.

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