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COLUMNISTAS


¿Tenemos una agenda energética desconectada de las necesidades económicas y sociales del país? (I)

Roberto Dobles [email protected] | Lunes 29 julio, 2019


La respuesta es sí. La agenda energética nacional (política sectorial, estrategia, proyectos, regulaciones, etc.) está desconectada de las necesidades económicas y sociales del país en varios de sus elementos claves, lo que conlleva a serias consecuencias.

Esta desconexión se da a pesar de las necesidades económicas, sociales y fiscales apremiantes que existen para poder mejorar la difícil situación nacional que tenemos, empezando por el raquítico crecimiento económico, el cual se está desacelerando cada vez más, y por la seria crisis fiscal y el creciente endeudamiento del país, la cual se agrava cada vez más no obstante el gran aumento de los impuestos este año.

La desaceleración de la economía nacional viene desde hace ya bastante tiempo y continúa profundizándose aún más. La semana pasada el Banco Central reveló sus nuevas proyecciones: del crecimiento raquítico del 2,6 % en el 2018 pasaremos a un crecimiento del 2,2 % en el 2019 y la nueva estimación para el 2020 es del 2,6% (si es que se logra).

El crecimiento económico que ha venido teniendo el país no solamente es ínfimo y no genera el nivel de desarrollo que el país requiere, sino que además las proyecciones de crecimiento en el futuro son igualmente muy negativas.

Con este bajísimo crecimiento económico el país se está volviendo más pobre, lo que provoca mayor desempleo y pobreza y un mayor agravamiento de la crisis fiscal y del endeudamiento público.

Y a pesar de lo anterior, la agenda energética continua siendo cada vez más desconectada o divorciada de estas apremiantes realidades económicas y sociales. Basta con ver el “plan miniatura de reactivación económica”, el cual no contiene acciones relevantes para el logro de los necesarios niveles de competitividad internacional relacionadas con el sector energía.

El primer elemento básico clave que desconecta la agenda energética del país de las necesidades nacionales y de las exigencias internacionales de competitividad es la falta de prioridad que existe en la agenda energética sobre la imperiosa necesidad de lograr en el país costos y precios bajos de la energía.

Muchas organizaciones, como CINDE y la Cámara de Industrias han venido llamando la atención sobre los altos y crecientes precios de la energía en el país que están deteriorando seriamente los esfuerzos de atracción de inversión externa y la producción nacional, lo que aumenta entre otras cosas el desempleo y la pobreza.

Contrario a lo que está ocurriendo en el país con la agenda energética nacional desconectada de la realidad nacional e internacional, en el mundo sí se tiene muy claro cuál es la importancia de la energía para fortalecer el desarrollo económico y social de un país, donde los costos bajos y competitivos internacionalmente (principios elementales de la economía básica) son imprescindibles para que el sector energía se convierta en un verdadero motor de desarrollo.

Como bien lo señala Foro Económico Mundial en un estudio titulado “Energy as a Competitive Advantage”, la evidencia en el mundo muestra que “la economía básica domina las políticas energéticas”. Más claro no puede estar.

Como lo señalan adicionalmente muchos otros estudios, en el mundo se entiende muy bien que:

• “La energía es la sangre de la economía y es un insumo crítico para casi todos los bienes y servicios. Los precios asequibles y estables de la energía impulsan el crecimiento económico”.

• “El acceso a una energía asequible y confiable es fundamental para reducir la pobreza, aumentar la productividad, mejorar la competitividad y promover el crecimiento económico”.

• “La energía se ha convertido en un factor estratégico en la competencia global”.

• “La energía es uno de los factores estratégicos que están conduciendo las decisiones de las empresas”.

• “La energía es un habilitador (‘enabler’) crítico” del desarrollo y del bienestar económico y social.

• “Los servicios energéticos modernos de bajo costo mejoran la vida de los pobres de innumerables maneras”.

Lo anterior adquiere mayor importancia en un entorno mundial donde la competencia en el comercio internacional y en la atracción de inversiones es cada vez más intensa y más dura.

Por eso es que los países exitosos siempre alinean constantemente su política y su estrategia energética y sus instrumentos de implementación con las crecientes necesidades y exigencias nacionales e internacionales de competitividad para apoyar el fortalecimiento continuo del crecimiento económico y del bienestar social ante los cambios que permanentemente ocurren en el entorno nacional e internacional.

A pesar de la amplia evidencia internacional que existe sobre la importancia de la energía y del logro de condiciones competitivas en su suministro (como costos bajos) para fortalecer el desarrollo económico y social de un país, en Costa Rica la cruda realidad muestra que los costos nacionales de la energía son elevados y con una tendencia creciente con respecto a otros países con los que competimos.

Esta realidad es una clara señal de que la agenda energética nacional no tiene como prioridad el tener costos bajos y competitivos internacionalmente.

No se le da la debida importancia al hecho de que los altos y crecientes costos nacionales de la energía reducen significativamente nuestras posibilidades de competir exitosamente en el comercio internacional y en la atracción de inversión externa directa.

Mientras tanto, los costos de la energía son más bajos en los países con los que competimos y su matriz energética evoluciona mucho más rápidamente porque incorporan reformas en el sector y fuentes de energía de menor costo (como la energía solar y el gas natural, que son de muy bajo costo).

Esta situación pone al país en una clara desventaja competitiva que contribuye a que más empresas nacionales estén obligadas a reducir sus operaciones o cierren y a que las empresas extranjeras cierren también sus operaciones aquí y se vayan a otros países. Con estos cierres disminuye el crecimiento económico, lo que aumenta el desempleo y reduce la recaudación de recursos fiscales, entre muchas otras cosas.

Mientras que en el mundo la política y la estrategia energética de los países cambian continuamente para adaptarse a las nuevas y crecientes exigencias internacionales de competitividad para poder seguir contribuyendo de manera significativa al desarrollo económico y social, en Costa Rica se da una creciente desconexión con las nuevas realidades nacionales e internacionales.

Esto ocurre porque la agenda energética se aferra al populismo energético y a dogmas que están desconectados de la realidad, incluyendo las nuevas y crecientes necesidades económicas y sociales y las crecientes exigencias de competitividad internacional.

En la siguiente columna se analizarán otros elementos que, a pesar de los serios problemas económicos, fiscales y sociales (desempleo y pobreza en aumento, entre muchos otros) que tenemos, profundizan la desconexión de la agenda energética nacional con las crecientes necesidades y exigencias nacionales e internacionales.


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