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TLC a sus cinco años

Leiner Vargas [email protected] | Martes 09 octubre, 2012



Reflexiones
TLC a sus cinco años

Voté por el no al TLC hace cinco años y si la elección fuese hoy, nuevamente votaría por él no al acuerdo comercial con los Estados Unidos, tal y como se negoció y se discutió en el Congreso.
Seguramente, hoy me atrevería a decir con toda transparencia que el TLC debió de votarse en combo y no en solitario como se votó. A cambio de otras cosas, por ejemplo, de una reforma fiscal y social profunda que permitiera una mejor y mayor distribución de la riqueza del país.
El cheque en blanco que le firmamos a la clase empresarial de entonces, no debió entregarse sin recibir nada a cambio como sociedad. La verdad es que la negociación ha beneficiado a unos pocos y ha generado grandes problemas para muchos otros.
Cuando escucho una amiga quejarse que una empresa la despidió sin pagarle sus prestaciones sociales, y cuando miro el desalojo de su fábrica y las deudas a la Caja del Seguro Social, no puedo quedar más que defraudado de quienes usaron ese argumento empresarial barato para defender lo indefendible.
La verdad es que los raquíticos beneficios obtenidos fueron fácilmente superados por los efectos de la crisis económica mundial. No se trata de decir que las reformas paralelas a TLC no debían de hacerse, muchas de ellas eran necesarias para fortalecer y transformar las organizaciones e instituciones del país. Sin embargo, es lamentable que Costa Rica esté perdiendo su balance social.
Si Don Pepe reviviese seguramente armaría nuevamente su lucha por la transformación de la Tercera República. Cierto es que el péndulo costarricense se ha profundizado a la derecha y eso no le hace bien al país.
Al menos tres reformas importantes deberían darse en Costa Rica para que el empate del TLC se pueda continuar considerando un triunfo nacional.
La reforma fiscal integral que efectivamente aumentó la eficiencia y la progresividad de nuestro sistema fiscal. La reforma sustantiva al sistema financiero para que se atienda a las pymes y se convierta de verdad en un sistema de banca de desarrollo, y finalmente, una reforma profunda al sistema nacional de ciencia y tecnología que garantice a las comunidades, empresas y organizaciones alejadas del Valle Central el acceso a la ciencia, la tecnología y la innovación. Sin esas reformas, que necesariamente deben pasar por un fortalecimiento de la democracia y de la transparencia en el accionar público, el TLC seguirá siendo, para mí al menos, un trago amargo por aceptar.
Cinco años es poco para evaluar el impacto de los cambios y los efectos del acuerdo, pero más allá de mirar al pasado, la Costa Rica de hoy debe mirar al futuro, la reformas sociales pendientes y el fortalecimiento de la democracia son las deudas país pendientes y el balance para que quienes nos opusimos en su momento podamos también cumplir las expectativas nacionales.

Leiner Vargas Alfaro
[email protected]

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