Tres años y 11 meses
Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 11 agosto, 2010
Hablando Claro
Tres años y 11 meses…
La Presidenta de la República se plantó frente al tema de los 100 primeros días y lo hizo no solo para recalcar las iniciativas que está intentando concretar a partir de la articulación de sus equipos de trabajo, sino también para quejarse de la persistente detractación. La mandataria se enfrenta así a una realidad política y mediática que a pesar de su vasta experiencia como funcionaria pública lógicamente le resultaba inédita.
La crítica constante (en ocasiones mezquina y malhadada) siempre es por decir lo menos incómoda para el ejercicio del poder y en nuestra idiosincrasia también resulta difícil de digerir porque tenemos lente de corto alcance, nos solazamos en los yerros y todos hacemos de entrenador de lunes. Eso sí, aún con sus excesos es marca indeleble de saludable vigor democrático.
Lo que vemos en el abanico de la crítica pareciera tener más relación con el acomodo y la definición de líneas estratégicas tanto de la acción como de la comunicación política. No es posible perder de vista que en política las cosas no son lo que son, sino lo que parecen ser.
El error estratégico del aumento salarial de los diputados trastocó la delicada tarea de definir el juego y articular el equipo en el terreno. El trauma que generó esa crisis fue tal que algunas decisiones posteriores se tomaron sin claridad (primera postura frente a la reforma constitucional del agua) o con el claro propósito de complacer un sector de la opinión pública (revisión innecesaria del fallo de Crucitas).
La Presidenta no solo tiene ante sí el desafío de lograr articular de nuevo el esquema de juego sino que está un poco “amarrada” pues aunque algunos jugadores claves no le están rindiendo en el terreno es muy temprano para cambios. Amarrada luce también porque no se puede dejar de lado el peso negativo de la gravitación del ex ministro de la Presidencia Rodrigo Arias y el hecho de que otras fuerzas poderosas también intentan marcarle la cancha.
Por cierto que de la administración anterior deviene parte de la confusión generada respecto de las expectativas del inicio de esta gestión, pues se vendió bien la idea de que el gobierno sería del “continuismo”. Hoy sabemos que no lo es y si por la víspera se saca el día (proyecto de apertura del mercado eléctrico) habrá sello propio.
Finalmente, no se puede soslayar el hecho de que a las mujeres se nos exige siempre más. Hay que decir también que todos estamos aprendiendo sobre el estilo de gobernar de una mujer. Y ella misma está apenas definiendo su estilo.
Lo sucedido hasta ahora es solo un remezón de acomodo que se puede corregir en el camino. Hasta ahora la Presidenta parece encontrarse bastante sola. Requiere amalgamar más al equipo, tener articuladores de juego, muy buenos voceros y por supuesto, que la dejen gobernar.
Por lo pronto, tiene dos pruebas inmediatas que superar: el restablecimiento/ normalización de las relaciones con el Legislativo (su propia bancada en particular) y el desenlace del tema del financiamiento para las universidades públicas.
Vilma Ibarra
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