Un dólar asustado
Leiner Vargas [email protected] | Martes 23 mayo, 2017
Reflexiones
Un dólar asustado
Regla o discreción, es una vieja pero importante discusión en el debate sobre fijación del tipo de cambio por parte de las autoridades del Banco Central. Aunque algunos les parezca un tema trillado, lo que hemos empezado a ver en el mercado cambiario costarricense en este 2017, es el reflejo o efecto de una forma equivocada, a mi entender, de definir las normas y comportamientos del ente emisor. El Banco Central de Costa Rica luego de haber decretado la libre movilidad del dólar, a principios de la presente administración, y eliminado el sistema temporal de bandas cambiarias que venía siendo utilizado por las dos administraciones anteriores, mantuvo la tesis de que su intervención sería puntual y estratégica, para evitar saltos bruscos en la tendencia cambiaria que motivaran especulaciones o movimientos no esperados en el tipo de cambio. Dicha regla cambiaria, no expresada o anunciada previamente, mantiene la incertidumbre de ¿hasta cuándo? y ¿hasta dónde?, se interviene en el nivel de tipo de cambio. Este mecanismo discrecional del Banco Central y su junta directiva tiene, a mi gusto, el dólar asustado.
Efectivamente, tenemos elementos de tendencia estructural que llevan a una presión mayor por devaluar, se trata de un regreso a la normalidad de factores de largo plazo que ya habíamos advertido tenderían a equilibrarse. La tendencia a precios del petróleo más cercanos a su condición de largo plazo, la subida en las tasas de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos, la disminución sustancial de los márgenes de endeudamiento en dólares del Estado costarricense, conocidos como eurobonos, y la disminución del crecimiento y el empleo, producto del deterioro productivo que la apreciación del colón provocó entre otros factores en los negocios de exportación y turismo. Aunado a lo anterior, tenemos un deterioro de las expectativas económicas de crecimiento y de empleo del país, producto de una política fiscal débil y una equivocada estrategia económica del gobierno, que dejó para tarde el ajuste fiscal, provocando mayor ruido y expectativas más volátiles, ahora que llegamos a la fase de salida de la administración Solís Rivera. Hemos sumado mayor deuda al país y dejado para tarde la tarea del ajuste fiscal requerido, por temor a la protesta social e incapacidad para tomar decisiones en materia de gasto y de nuevos impuestos.
En el presente mes de mayo, con la llegada de las lluvias y los abejones, las autoridades del Banco Central han dejado que el proceso se salga de la llamada expectativa promedio, dejando devaluar al colón en una corrida que ya casi llega a los ¢590 y que de continuar así, acabará el fin de mes en la temida cifra de ¢600 por dólar. La carrera de los inversionistas por ajustar sus carteras ha empezado a generar un cambio en la composición de la riqueza financiera de las familias, algunas más rápido que otras han iniciado un balance de activos para protegerse del estirón cambiario. Las declaraciones desafortunadas del señor Presidente de la República, que demuestran desconocimiento de la estrategia cambiaria seguida por el Banco Central, han provocado mayor angustia entre quienes tienen créditos en dólares e ingresos en colones, igualmente que advierte una tendencia cambiaria que podría desbocarse. Como siempre lo he dicho, el que no sabe de expectativas y de su volatilidad, debería quedarse callado y no atizar el mercado con mensajes que anticipan la regla discrecional, en momentos claves de inestabilidad cambiaria.
Así las cosas, pareciera que el Banco Central se verá forzado a intervenir o tendremos otra corridilla cambiaria. El dólar asustado, seguirá provocando que ahorrantes quieran defenderse de la regla no explícita de intervención del Banco Central, aunque el deterioro de las reservas y los mensajes de los actores del sistema cambiario, así lo pronostican. Pareciera entonces que la apuesta del Banco Central de subir la tasa de referencia en su política monetaria anuncia una tormenta cambiaria mayor. Subirán los intereses, subirá el componente financiero de la deuda y subirá la inflación, también tendremos un deterioro en el déficit fiscal ya que la presión salarial y de pago de deuda será mayor en el segundo semestre del año. Cómo decían nuestros abuelos, “si se pone oscuro y truena, de seguro que va a llover”. Algunos ya han comprado su paraguas, como previsores que son, otros, caminan tranquilamente en chancletas y camiseta, sin percatarse de que podrían terminar empapados. Bancos, ahorrantes y deudores se ponen mucho más nerviosos que de costumbre. Veremos entonces si ahora entendemos de una vez por todas como país, que los tiempos económicos no suelen esperar a los tiempos políticos.
Tal como hemos advertido desde hace varios años, el tiempo se estrecha cada día y la vulnerabilidad macroeconómica del país se vuelve más alta y sensible a los cambios en el entorno internacional y a las condiciones estructurales de nuestra economía. No esperemos que el enfermo llegue a cuidados intensivos para darle solución a la enfermedad, actuemos a tiempo y con seriedad. La regla cambiaria discrecional genera mucho ruido en un mercado cambiario, pequeño y oligopólico. Intentar detener una expectativa, si se desborda el río, será muy tarde y costoso. Dejar hacer y dejar pasar puede llevar a una tempestad mayor e impredecible, si los mensajes no son prudentes y las condiciones razonables. Señores y señoras del Central, el dólar está asustado.
Dr. Leiner Vargas Alfaro
www.leinervargas.com
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