Universidad pública: desafíos
Leiner Vargas [email protected] | Martes 05 junio, 2012
Reflexiones
Universidad pública: desafíos
Es claro que la universidad pública ha venido retrocediendo de manera significativa en su papel protagónico de cambio social y de actor clave en el desarrollo de la institucionalidad y la vida nacional. Ya sea por conveniencia o por estrategia, las autoridades universitarias son cada día más lejanas de los grandes debates de la agenda pública nacional y regional y el CONARE se debate en una estrategia defensiva más que en una apuesta país.
La estructura universitaria se ha excedido en su configuración centralista y burocrática y pareciera estar tomada por mandos medios de poder institucional que han instrumentalizado su función y que no le permiten desatarse de los nudos internos que ahogan la innovación académica y la inspiración y mucho menos, actuar a la altura, con pertinencia y calidad, de cara a los desafíos de la sociedad 2050.
Somos cinco universidades con múltiples centros regionales en todo el país, que veremos sustantivamente disminuido el número de estudiantes en edad de asistir a la universidad en la próxima década. Somos al mismo tiempo, universidades con muy escasa capacidad de creación y recreación de conocimiento, dado que se ha enfatizado por muchos años la docencia, dejando de lado la investigación y la extensión como labor central de la universidad. Estamos llamados a tener un sistema universitario público robusto, pertinente y de calidad en su accionar, algo que está aún lejos de convertirse en realidad, por la actuación compartamentalizada y centralizada en cómo seguimos gestionando la universidad.
Las viejas y gastadas ideas de desconcentrar las funciones universitarias deben transformarse en verdaderos procesos de descentralización del poder y de los presupuestos, fortalecimiento de la democracia interna y sobre todo, una acción sustantiva que rinda cuentas a la ciudadanía universitaria y costarricense. En tanto la Universidad no garantice un accionar transparente, con mecanismos de asignación de recursos a lo interno guiados por la calidad y la pertinencia y no por el clientelismo y las ocurrencias, la universidad no tendrá nunca dinero suficiente para atender los desafíos de la sociedad del siglo XXI.
Estamos inmersos en un contexto universitario donde preocupa más la matrícula que el matriculado, el proyecto que el resultado, el título que lo aprendido, el trámite que la persona. Hemos convertido a las universidades públicas en lugares con escasa reflexión y debate, el excesivo conformismo con los alcances de un pasado que fue y con las aspiraciones de un futuro que aún no es.
Es necesario entonces enfrentar la pertinencia del trabajo universitario, la calidad, el compromiso social y sobre todo, ser capaces de hacerlo en instituciones que fortalezcan la democracia, la transparencia y la rendición de cuentas de cara a los ciudadanos; en ese entorno el financiamiento justo estará garantizado.
Leiner Vargas Alfaro
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