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COLUMNISTAS


Urge asegurar financiamiento a la CCSS

Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 27 abril, 2020


Como cristianos compartimos con otras religiones la concepción de ser creados por Dios, que nos ama y nos hizo semejantes a él, lo que determina nuestra dignidad y hace central la vida humana y el respeto a los derechos fundamentales de toda persona. Quienes tenemos una fe trascendente compartimos la centralidad de la persona, y por ende la primacía de su salud y su seguridad básica, con personas que arriban a una concepción similar con fundamento en la evolución social, o por análisis de la naturaleza humana o por detentar una ética basada en la libertad. En Costa Rica, con sus limitaciones y falencias históricas, la centralidad de la persona ha sido una característica predominante de nuestra cultura y de la vida política.

Por eso no es de extrañar que la CCSS que vela por la salud y por la seguridad social merezca aprecio muy señalado de los ciudadanos. Y si eso ha sido así desde su visionario establecimiento por el Presidente Dr. Calderón Guardia, antes de cualquier alianza con otros grupos, más lo es ahora con el extraordinario trabajo realizado frente al COVID-19. Es por ello que los gobiernos posteriores al de su fundador le hemos dado gran apoyo a la CCSS, y a mi me llena de sano orgullo haber participado intensamente en fortalecer la seguridad social con la Ley de Protección al Trabajador, y en haber consolidado la reforma en salud uniendo los aspectos preventivos y curativos, multiplicando los EBAIS y descentralizando y modernizando su operación.

La CCSS venia ya antes de esta pandemia requiriendo importantes reformas para enfrentar los retos futuros. Desde hace 60 años el Presidente Mario Echandi inició el proceso de buscar fuentes alternativas para dar ingresos a la CCSS que no encarecieran las relaciones laborales. Y desde inicios de este siglo, el envejecimiento de la población obliga a acrecentar los recursos para salud y a tecnificar su uso, las finanzas de IVM reclaman transformación para atender las pensiones del futuro, los cambios en las relaciones laborales de la Cuarta Revolución Industrial, la economía gig, y el aumento de la informalidad demandan una trasformación de la fuente de ingresos de la CCSS.

COVID-19 con la caída en los ingresos de las cuotas obrero-patronales y el aumento de los gastos en salud ha venido a magnificar y agravar la necesaria transformación de la CCSS.

Por eso es urgente plantear ya solución a las finanzas de la CCSS.

Es evidente que la frágil situación fiscal, que la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas evitó que nos despeñara en el hueco fiscal heredado, no era adecuada para soportar el embate del COVID-19 y que la situación fiscal que se proyecta para los siguientes años no es sostenible para una pequeña economía abierta y pobre como la costarricense, que además ya viene perdiendo velocidad desde fines de 2015.

Por eso es verdad que no posee la hacienda pública recurso para atender -con medios tradicionales- el debilitamiento de la institución más importante para nuestra salud y nuestra previsión social.

Pero no podemos desentendernos del problema financiero de la CCSS. Y es un enorme e irresponsable engaño pretender que los problemas financieros del sector público se puedan resolver con simple emisión monetaria. Eso lo único que provocaría sería adicionar a esta crisis de oferta y de demanda de bienes reales una crisis financiera que nos tomaría mucho más tiempo resolver.

Creo evidente que enfrentando una crisis tan delicada como la que nos produce este coronavirus es preciso centrar los esfuerzos en su atención, y que las reformas que ahora se aprueben deben referirse a esta emergencia, ser transitorias y limitadas, pues no hay tiempo para la discusión serena y ordenada de los cambios más profundos que nuestro país demanda para retomar la ruta de un alto crecimiento compartido. Pero sí es oportuno iniciar desde ya la discusión de soluciones posibles para los más importantes problemas que debemos resolver en los años inmediatos.

Con antelación a esta pandemia, hace un par de años, propuse hacer un cambio de activos estatales. Vender BICSA, el BCR y el INS y establecer un fondo cuyos réditos generen ingresos un 50% para fortalecer IVM y el otro 50% destinado a la atención de la salud de nuestros habitantes. Claro se debe aprovechar la ocasión para en el sector bancario traer nuevas fuerzas competitivas que vengan a provocar una disminución de los costos de intermediación, en favor de ahorrantes y de inversionistas. Y ciertamente deben ser procesos transparentes y bien conducidos para obtener el mayor precio posible por esos activos.

Pero llegar a acuerdos demandará tiempo, y ejecutar esos procesos también será dilatado. Vale la pena, considero, iniciar ya una discusión seria. Este es un problema que no admite ser ignorado.

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