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Viejos suertudos

Tomas Nassar [email protected] | Jueves 21 febrero, 2013


Los rocos hemos sido muy suertudos porque hemos vivido sucesos y acontecimientos extraordinarios, y otros no tanto, que han marcado historia


VERICUETOS

Viejos suertudos

Este colega que acababa de llegar de China andaba tan obsesionado con lo que había visto que se dedicó a aprender mandarín mientras manejaba su carro. “Vos y yo hemos tenido la suerte irrepetible de haber vivido la caída de un imperio y el surgimiento de otro”, dijo.
Aunque sea un pecado de lesa cultura decir que la China imperial nació con el fenómeno de su reciente explosión como potencia económica e industrial, es verdad que nosotros, los que frisamos esa edad inconfesable, hemos resultado especialmente favorecidos con ser testigos vivenciales de cientos de acontecimientos irrepetibles que marcan hitos en la historia de la humanidad.
¿Y cómo no? Muy carajillo a mí me tocó presenciar y disfrutar la llegada de la tele a Costa Rica. Yo viví, por supuesto, la invención del cassette, del betamax y el VHS, el disco compacto, el DVD y pude “bajar” música, libros y películas por internet, solo unos años después de que me asombrara hasta la incredulidad con Tele Victoria Canal 11, el primer canal a colores en el país.
Los avances de la tecnología me permitieron atestiguar “en vivo y en directo” que Neil Armstrong llegó a la luna o, según los más escépticos, a un estudio de Hollywood y tiempo después un tico una y otra vez en el espacio; escuché emocionado el Himno Nacional mientras una tica se ponía en el pecho una medalla olímpica y me despertaron de madrugada, para ver pasar, como una serie de patadas sucesivas de burro, los carros del Rally Mundial, ya no sé ni cuándo.
En 1968 viví los acontecimientos estudiantiles contestatarios en Estados Unidos, Europa y América Latina y en 1969 fui absorbido por Janis Joplin, Joe Cocker y Jimi Hendrix en Woodstock durante la profesión hippie de “Paz y Amor”.
Me correspondió ver llegar a Kennedy, en medio de la lluvia de ceniza volcánica, desde el jardín de la Casa Libanesa en el Paseo Colón y de sentir la emoción indescriptible de recibir en medio de una multitud a Juan Pablo II en La Sabana.
También disfruté de Juan Manuel Serrat en el Centro de Recreación de la UCR y estuve en primera fila en el Teatro Nacional durante las visitas de Ernesto Sábato y Juan Rulfo.
En Costa Rica pude ver una mujer en la Magistratura del Poder Judicial, en la Presidencia de la Asamblea Legislativa y en la Presidencia de la República, el Nobel para un costarricense, un Presidente de raza negra en Estados Unidos, pude escuchar en vivo el “Habemus Papam” en polaco y alemán y presenciar la renuncia de un Papa, hecho insólito en los tiempos modernos.
Claro que hay muchísimos acontecimientos dramáticos de los que también han podido ser testigos quienes han tenido la suerte de vivir prolíficamente en estos últimos 50 años: guerras, genocidios y terrorismo, tsunamis, terremotos y toda clase de tragedias unas naturales y otras producidas por el hombre como el cambio climático.
Los rocos hemos sido muy suertudos porque hemos vivido sucesos y acontecimientos extraordinarios, y otros no tanto, que han marcado historia. Nos bastará volver la vista atrás para constatar la plenitud de nuestras vidas.
Y, por los vientos que soplan, todo parece indicar que Dios, en persona, hablará para convencer a un candidato y nosotros, para bien o para mal, ahí estaremos de testigos, con las guayabas peladas, si es que la calaca no nos jala antes.
 

Tomás Nassar

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