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¿Y los 100 días de la Presidenta?

Arturo Jofré [email protected] | Viernes 30 julio, 2010


El gobierno está concluyendo sus primeros 100 días, tiempo en que la gente desea saber por los hechos hacia dónde se va, si hay medidas robustas para enfrentar los grandes desafíos. Es el período del arranque, en que la ciudadanía, siempre desconfiada, quiere ver cómo actúa la candidata ya como presidenta. Son los 100 días en que se lanzan los primeros proyectos de ley y las medidas que marcarán el sello del gobierno.

Fue el presidente Franklin D. Roosevelt quien hizo de los 100 primeros días un símbolo estratégico. El país no había podido superar las secuelas de la gran depresión económica y social, había que actuar con audacia, con grandes medidas, con rapidez.

El presidente Obama, enfrentado a otra crisis de gran magnitud, se ha centrado en proyectos de alto calibre, como las reformas históricas a la seguridad social y la financiera, ambas ya aprobadas por el Congreso. En muchos países latinoamericanos se ha seguido esta fórmula de arranque, aunque muy “a la latina”.

Un ajedrecista diría que el gobierno actual inició los 100 primeros días jugando con las negras, es decir, a la defensiva. El gobierno aún no ha atacado con grandes proyectos o medidas. Ha tenido que hacer frente a una serie de situaciones que no le han ayudado a su despegue. Ahora le corresponde al Ejecutivo enfrentar la situación fiscal, para lo cual el Ministro de Hacienda ya perfiló un paquete de impuestos. Siempre esta tarea ha sido una prueba de fuego para cualquier gobierno, en este caso no será la excepción. Sin embargo, hace bien el Ejecutivo en lanzar ahora esta Reforma Fiscal, es el momento político “menos malo” y, si las cosas se empantanan, el mismo gobierno renunciará a pagar el alto costo político para traerle recursos… al gobierno que sigue.

En realidad los 100 primeros días tienen un preámbulo que es clave para el despegue: lo que un presidente electo es capaz de hacer entre el día de la elección y el día de inicio del gobierno. Es como tomar impulso, es decir, tener todo en línea para arremeter desde el primer día. Los 100 primeros días de este gobierno no mostraron ese impulso inicial.

Pero no hay drama. Recordemos el inicio de Bill Clinton, uno de los más débiles en las últimas décadas, en que el presidente electo todavía andaba celebrando su triunfo dos meses después de las elecciones. Su extraordinaria capacidad y su talento para “hacer que las cosas se hagan”, permitió un giro de 180 grados.

El presidente José María Figueres tuvo un gobierno errático, hasta que una idea brillante le dio un viraje al país: traer a Intel y con ello abrir un ancho camino a otras corporaciones. El presidente Calderón tuvo no 100 días, sino un año completo de caminar errático, hasta que viró fuerte y logró enterrar en el olvido su inicio.

Hay tiempo para hacer virajes, hay tiempo para volver a empezar… pero hay que hacerlo, porque el tiempo corre veloz y ya la carrera presidencial está haciendo ruido.

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