Tico Michael Núñez realizará cinco Ironman en cinco días en Copa Mundial
Walter Herrera [email protected] | Miércoles 13 noviembre, 2019
Pese a caer en múltiples adicciones que lo llevaron a la indigencia, e incluso intentar quitarse la vida, el costarricense Michael Nuñez no solo es un un caso de superación, sino un ejemplo más de cómo el deporte puede salvar vidas.
Su vida es una obra literaria que pasó de tragedia a épica en pocos años, y ahora es uno de los ultramaratonistas más prominentes del país.
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En octubre del siguiente año, participará en un evento sin precedentes que lleva al cuerpo más allá del límite.
Se trata de la Quíntuple que realizará en la DecaUltraTri en León, México, que consiste en realizar cinco Ironman en cinco días consecutivos.
Cada día deberá nadar 3,8 kilómetros, andar 180 kilómetros en bici y correr 42,2 kilómetros; para un total de 19 nadando, 900 en bici y 211 corriendo en menos de 120 horas.
"Nadamos en un lago, y andamos en bici y corremos en un circuito cerrado, lo cual facilita a la organización por la hidratación al no tener que cargar la propia", dijo Núñez.
La organización da un lapso de 24 horas para salir al siguiente día.
“La condición es que todos los días a más tardar las 7 a.m. debemos salir al siguiente Ironman. Lógicamente, esto no se logra de la noche a la mañana, hay que tener una base deportiva de muchos años, yo tengo ocho Ironman, Ultraman, 20 maratones y otras carreras de esta índole”, señaló.
La fatiga supera las capacidades físicas y es la mente quien lo mantiene en competencia.
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“Han sido muchos años de ir madurando y trabajar mucho la mente. La ultradistancia es 90% mental y 10% con la cabeza (risas), el cuerpo llega un momento que va en modo zombie y es la cabeza quien te empuja”, agregó.
Núñez también competirá en un Ultraman en República Dominicana en junio.
Testimonio
Desde que nací he tenido una vida muy complicada.
Mi mamá tuvo un parto complicado cuando me tuvo, le dio parálisis facial y para ayudarle le dieron descargas eléctricas que yo recibía estando en el vientre.
Los doctores le dijeron a mi papá: "o se salva su esposa o su hijo; usted ya tiene dos hijos y esposa solo una, voy a hacer lo que pueda por salvarle la vida a su esposa".
Al final, se dio mi nacimiento, pero tenía un problema en mis piernas, las tenía hacia adentro.
De niño no podía correr ni jugar como los otros chicos.
Con los años, Dios hizo un milagro y me enderezó las piernas.
A los 16 años comencé a consumir drogas y a apartir de ahí viví diez años en la calle, pasaba en la acera, vomitado y pedía plata para consumir.
Aún tengo amigos en la cárcel, otros muertos o aún indigentes y muy pocos hemos salido de ese mundo.
Incluso intenté suicidarme con una sobredosis o tirándomele a los carros.
Pero Dios me dio una oportunidad y decidí internarme, mi familia estuvo siempre ahí.
Aunque dejé las drogas, por la ansiedad me fumaba dos cajetillas de cigarros, esto a los 28 años.
Mi papá un día me dijo que se había metido a clases de natación, a sus 55 años aprendió a nadar pero creí que iba a acuaeróbicos.
Un día me invitó a que lo fuera a ver a una competencia y fui.
Resulta que era una competencia donde nadaban por equipos de cuatro durante 24 horas seguidas.
Uno nadaba una hora y descansaba tres antes de regresar a la pisicina.
Lo vi nadando en la madrugada y me dije, necesito hacer algo con mi vida.
Comencé a nadar y a ir al gimnasio.
A los 30 años ya me preparé para mi primer triatlón.
En el gimnasio conocí a la que hoy es mi esposa y a ambos nos encanta la corrida, con el deporte hicimos clic.
No me importa que las personas sepan lo que he hecho o voy a hacer en el deporte.
Quiero que las personas sepan que no importa cómo nazca uno o que no sea privilegiado o las decisiones de vida que hayamos tomado, en algún momento la vida te da oportunidades para hacer un alto y cambiar.
Nuestro pasado no nos puede definir y no debemos aferrarnos a él.
Tengo 18 años sin consumir drogas ni alcohol y quiero dar esperanza a las personas que viven momentos difíciles.